Decía el lingüista norteamericano Noam Chomsky que «lo habitual en el mundo no es el monolingüismo, sino la convivencia de dos o más lenguas». Y lo argumentaba considerando que las sociedades monolingües lo son a costa del «asesinato» de otras lenguas. Una afirmación severa que el sociólogo valenciano Francesc Hernández suele definir en varios de sus artículos (referidos al uso del valenciano en la ciudad) como la minorización de una lengua para nada minoritaria.

Esta devaluación de la lengua cooficial en el «Cap i casal» se refleja en el último Barómetro del Ayuntamiento de València. Solo el 1,3 % de la población utiliza el valenciano como idioma habitual. Un porcentaje realmente sobrecogedor en una urbe con dos lenguas cooficiales en la que una de ellas es claramente dominante. Según los datos del consistorio, casi ocho de cada diez personas tiene el castellano como idioma habitual y únicamente el 17,9 % le es indistinto utilizar una u otra lengua. La minorización del valenciano se convirtió, por parte de muchos actores de la sociedad valenciana, en uno de los caballos de batalla durante décadas. El objetivo es evitar el fenómeno de la sustitución lingüística, que la lengua histórica del territorio no se pierda.

Durante años, explica Laura Font, presidenta de Escola Valenciana, los dirigentes políticos hicieron del valenciano un idioma reducido al ámbito privado. La imagen, por tanto, del uso indiscriminado del castellano en la mayoría de los grandes actos institucionales podría haber propiciado la creencia de que el valenciano se trata de un idioma para hablar entre familiares o amigos, convirtiendo al castellano en «la lengua de prestigio» por excelencia. Tampoco la desaparición de la radio-televisión autonómica ayudó a la normalización del idioma. «Son Goku ha hecho mucho por el valenciano», bromea Font, quien advierte de la importancia de ser capaces de «recuperar el prestigio de nuestra lengua».

Esfuerzo institucional

De hecho, asegura que los últimos años sí se ha hecho un esfuerzo por parte de las instituciones por normalizar el uso del valenciano, tanto a nivel político y funcionarial, como educativo, si bien es cierto que ve un descenso del uso conforme se avanza en las etapas educativas (primaria, secundaria y estudios universitarios). Es más, el porcentaje de personas que saben hablar perfectamente en valenciano ha crecido en casi diez puntos en los últimos 20 años, pese a las ampollas que levantó en ciertos espectros políticos la implantación del modelo de plurilingüismo en las escuelas valencianas. En 1995 solo el 8 % reconocía saber expresarse en valenciano, mientras que en el pasado 2015 el porcentaje ya ascendía hasta el 26,1 %.

Desde una perspectiva sociolingüística, el sociólogo Francesc Hernández destaca en su publicación «El valencià a València: aproximació a la norma social de la llengua a València», la presencia en el «Cap i casal» de grupos de personas procedentes de las comunidades autónomas castellanohablantes y del extranjero. De estos colectivos, el sociólogo destaca el conjunto de personas procedentes de Castilla-La Mancha, prácticamente una tercera parte del conjunto de todas las nacidas en España que viven en la capital del Túria. Y casi el doble de aquellas que provienen de Andalucía, indica Hernández. Una migración del interior hacia las grandes urbes de la costa Mediterránea que explicaría, en parte, el descenso del uso del valenciano en la ciudad de València como lengua habitual.

Si se tiene en cuenta los resultados de la última encuesta realizada por la Generalitat sobre el conocimiento y el uso del valenciano (con fecha de 2015), el porcentaje de personas que reconoce hablar perfectamente esta lengua asciende del 26,1 % en la ciudad de València, al más del 50 % en los pueblos del interior de la Comunitat Valenciana, especialmente en la comarca de la Ribera.

También dentro de la misma ciudad se observan diferencias entre los barrios donde convive un mayor número de personas inmigrantes procedentes de zonas castellanohablantes o del extranjero. Según el sociólogo, los mayores porcentajes de población foránea se localizan en los barrios periféricos de les Moreres, Ciutat Fallera, Faitanar y El Calvari, por lo que sería en estas zonas donde se daría una mayor pérdida del valenciano como lengua vehicular. Serían, por otra parte, Sant Isidre, la Creu Coberta, Malilla, la Malva-rosa, Natzaret, l'Illa Perduda o el Camí de Vera, las aldeas galas del valenciano en la urbe.