La Semana Santa Marinera tenía que haber celebrado ayer uno de sus días grandes: el Viernes de Dolores. En él se producía, en las tres grandes parroquias de los Poblats Marítims, la esperadísima salida de las vírgenes dolorosas, algunas de las tallas más espectaculares, custodiadas por los granaderos. En el Grao, además, se produciría el histórico debut en esta procesión de las mujeres incorporadas a su cofradía. La normalidad habría permitido ver a la fallera mayor, Marina Civera, y al ministro José Luis Ábalos en la del Cabanyal. Sin embargo, nada de esto sucedió. Las calles del Marítimo tuvieron la nula animación de las últimas semanas. Pero con una salvedad: en sus balcones hay señales de que la fiesta está presente, al menos en el recuerdo y, sobre todo, en el espíritu.

Los balcones de las calles demuestran que la sociedad semanasantera piensa que su fiesta y son muchos los balcones que lucen la misma simbología que, en condiciones normales, lucirían en estas fechas: imágenes en tela de las Vírgenes y Cristos, emblemas de las cofradías y hermandades o simples cobertores de tela. Es la iniciativa que había lanzado el pregonero, Rafael Company, el viernes anterior, que hizo suya la Junta Mayor y que ya habían decidido algunos de los colectivos. También pueden verse en las puertas de las casas unifamiliares o en las de algunas de las sedes sociales, cerradas a cal y canto. La Junta Mayor quiere que los hermanos y cofrades adornen y lo fotografíen para crear una Semana Santa en imágenes. La mayor preocupación es no perder el desarraigo de los miembros de la fiesta tras dos años con muy pocos festejos.

La próxima gran cita tras el Sábado de Pasión de hoy, es el Domingo de Ramos de mañana, en el que también la idea es hacer ramos a base de creatividad.