La comisión delegada del Consorcio Valencia 2007 tumbó ayer la propuesta económica con el correspondiente canon (fijo y variable) planteada por los promotores de la torre eólica de 170 metros de altura proyectada en el dique de la nueva bocana de la Marina de València.

Esta obra de ingeniería, con 20 millones de euros de inversión privada que irrumpirá en la línea del cielo de la fachada marítima, que generará energía limpia capaz de autoabastecer a toda la Marina y que también albergará actividades formativas y de investigación, aprobada provisionalmente en 2019, ha vuelto a encallar, según confirmaron ayer fuentes del Consorcio, que ha pedido al promotor que aporte información complementaria.

El plan de negocio que el promotor, el grupo inversor valenciano Net de Guerrers, ha puesto sobre la mesa a la comisión y que plantea una modificación sustancial del canon variable, con una rebaja a la mitad, del 3 al 1,5% de la facturación, justificada por el nuevo escenario de incertidumbre económica por la pandemia, no habría convencido a los miembros de la comisión delegada, en especial, al representante de la Generalitat, el director del Instituto Valenciano de Finanzas, Manuel Illueca, y al representante del Estado.

Además de las dudas sobre la viabilidad económica y el pago del canon, el Consorcio también ha exigido al promotor garantías de la reversibilidad del hito al final de la vida útil teniendo en cuenta que se baraja un plazo de concesión de 30 años. El Consorcio no quiere cargar con el coste que supondría el desmantelamiento de la colosal infraestructura si la aventura empresarial no sale bien.

Como sea, el nuevo hito se retrasa de nuevo y los promotores advierten de que se pone en riesgo un proyecto singular que distinguiría a València.

Los promotores aseguran que el presupuesto está ya ajustado al máximo e insisten en que la torre eólica «no es la esfera armilar», en alusión a uno de los proyectos faraónicos frustrados de la anterior etapa del PP.

Recalcan que «no se compromete inversión pública» y que «la financiación está garantizada», aunque admiten las dificultades para conseguirla sin una carta concesional aprobada sobre la parcela de la Marina a favor del promotor.

La torre eólica, un proyecto experimental en cuyo diseño se involucró la Universidad Politécnica de València y diseñada por Fran Silvestre, se ubicará en una estrecha parcela ubicada en el extremo del dique de la bocana de la marina, en un enclave alejado y adentrado en el mar, ideal para el proyecto por la fuerza del viento. El hito, que sería la construcción más alta de la ciudad superando en altura al mástil del puente de l’Assut de l’Or, sería en todo caso visible desde las playas urbanas. El proyecto de la torre que se presentó en su día albergaría en su interior un millar de molinos eólicos de eje vertical (distribuidos en 50 plantas) tras una fachada ventilada de aluminio que permita la producción de energía eléctrica. Una energía eléctrica que supondría una de las fuentes de ingresos de la torre, que también albergaría un centro de investigación de energías limpias y espacios de alquiler para empresas de innovación. Sus promotores creen que además de ser un hito que fomentaría las energías limpias , la torre sería un aliciente turístico en la marina, cuyo plan de usos tendría que modificarse para dar cabida a esta estructura, que además requerirá el informe favorable de navegación aérea.

La entrada de un nuevo socio en la UTE que gestiona el edificio Veles e Vents, otro de los puntos del orden del día de la comisión delegada de ayer, también quedó aplazado. Tras la marcha en julio pasado de Heineken, la empresa La Sucursal (Javier Andrés) se quedó la concesión en solitario y propuso la entrada a un nuevo socio, la empresa Intramurs, con el objeto de dar impulso a «un espacio polivalente que albergue una amplia oferta cultural y gastronómica» con actividades infantiles, talleres y visitas guiadas. El punto quedó sobre la mesa por la falta de uno de los avales exigidos.