Las excavaciones previas a las obras de urbanización del PAI de las Atarazanas, en el Grao, que ha dirigido el arqueólogo Fernando Cotino, junto con Miquel Roselló, han sacado a la luz los restos de una bodega de vino del siglo XIX vinculada al puerto de València. En las construcciones que han aflorado a lo largo de un mes de excavación se distingue un sistema de canalizaciones de ladrillo y cubierta de piedra de rodeno que, según han podido documentar los arqueólogos, pertenecen a la primera bodega valenciana de la firma Cherubino Valsangiacomo, cuyas instalaciones se trasladaron a finales de los años 90 la localidad de Chiva.

El PAI de las Atarazanas, comprendido entre las calles San Pascual, Francisco Cubells y Museros, es zona de vigilancia arqueológica. En este entorno apareció hace años el muelle de Güelda, considerado el primer puerto del Grao.

El entorno de las Atarazanas, edificio medieval y joya del gótico utilizado en la reparación de navíos y acopio de mercancías, se instalaron a mediados del siglo XIX numerosas bodegas e industrias relacionadas con la exportación de vino, que durante décadas fue la principal actividad exportadora del puerto de València, por delante incluso de la naranja. Estas bodegas, de las que se han llegado a documentar una veintena, se construyeron en el entorno de lo que fue el pueblo medieval de Vila Nova del Grao, fundado probablemente antes de la llegada de Jaume I, junto al baluarte defensivo del frente marítimo. Los arqueólogos contaban con la aparición de restos de estas industrias. La excavación también ha deparado imprevistos como los restos de una gran nave con suelo de piedra de rodeno y pequeñas balsas que representaban una incógnita para los arqueólogos, despejada por los propios vecinos del Grao que situaron allí las cuadras o caballerizas del servicio de carros que transportaba los grandes toneles de vino hasta el puerto. El pavimento de las cuadras es de la misma piedra de rodeno que el de las canalizaciones de las bodegas, un material que procedía de las canteras de Náquera, que abastecieron durante años a la ciudad.

La red de canalizaciones menores que confluyen en un colector halladas en las excavaciones se utilizaba para limpiar las líneas de embotellamiento y las cubas. La humedad y el nivel freático impedían a los bodegueros excavar los depósitos del vino en la tierra. Las bodegas guardaban el producto en grandes depósitos aéreos.

Los arqueólogos creen que cuando se edifiquen los solares del PAI es muy probable que aparecen nuevos restos de las bodegas de vino, cuyo peso en la economía valenciana las convirtieron durante la Guerra Civil en objetivo de los bombardeos aéreos.

Cherubino Valsangiacomo es una empresa de origen suizo. En 1831 Vittore Valsangiacomo funda una bodega con su nombre en el cantón suizo de Chiasso, junto a la frontera con Italia. A finales del siglo XIX, su hijo Cherubino Valsangiacomo decide abrir una empresa de exportación de vinos en València y Alicante, atraído por las condiciones logísticas de sus puertos y la calidad de sus vinos. En 1890 el negocio florece y Cherubino Valsagiacomo monta instalaciones en Chiva, Requena, Utiel, Monóvar, Yecla y el Grao de València, esta última sede central de la empresa hasta 1997, año en que la empresa se trasladó a Chiva.

El PAI de Atarazanas, con 4.000 metros cuadrados, incluye el jardín existente con una nueva superficie verde de 190 m2, un vial peatonal y cien viviendas.