Uno de los sectores que está a la espera de decisiones de las autoridades es el de los floristas, pues en caso de celebrarse la ofrenda a la Virgen, como así parece que ocurrirá, deben preparar los ramos en unas fechas nunca antes cubiertas.

Por lo pronto, la Junta Central Fallera y los Vestidores de la Virgen ya han dicho que se podrá utilizar cualquier tipo de flor que no sea de tallo largo, como por ejemplo los gladiolos. Pero sirven los tradicionales claveles, el crisantemo, las margaritas o el lilium, este último más conocido como azucena o lirio. La propia Junta Central Fallera trasladará indicaciones a las comisiones en ese sentido.

El problema está en conseguir la flor en la primera semana de septiembre, pues en el mes de marzo es fácil conseguir claveles, pero a finales del verano es muy complicado. La solución parece estar en la importación, pero aquí también hay un problema, pues dependiendo de la flor y de la antelación con la que se hagan esas indicaciones los mayoristas deberán optar por un país u otro.

Según explicó Victor, responsable de flores «El calé», una opción es Colombia, donde tampoco hay una gran producción en estas fechas y además hay que contar con al menos dos semanas de antelación para movilizar la mercancía. Su precio también se doblaría en lo que se refiere a la flor, que es el cincuenta por ciento del ramo.

Y la otra opción es Holanda, donde «hay de todo y en 48 horas están aquí». Eso sí, con un precio bastante más elevado. Esta parece, de hecho, la solución más fácil, pues entre la flor de Paises Bajos y España (en Andalucía y en València sigue habiendo cierta producción) no habría problemas para atender la demanda de las comisiones falleras.

«A última hora decidiremos. Habrá que improvisar y conformarse con lo que haya, pero aunque está complicado habrá servicio de una forma o de otra», dice Victor. «Sabemos que va a tocar correr, pero hay buena voluntad», asegura.

Por su lado, Paco Romero, productor y distribuidor de flor, admite que aquí en València ya no da tiempo para generar esa cantidad de ramos, «más aún cuando no sabemos lo que va a pasar».

Eso aboca a la importación desde otros paises, admite, para lo cual habrá que pagar más. «Al final, el problma es el dinero, y más ahora que el presupuesto es corto», explica