El 9 de agosto de 1981, 29 mujeres se incorporaron a la Policía Local de València. Había pasado más de un siglo de historia, desde que el cuerpo policial había sido fundado en 1870. Aquel grupo de agentes hizo historia y derribó los muros de la incomprensión de una sociedad, la valenciana de principios de los 80, que no estaba preparada para ver a una mujer patrullando por las calles. El jueves se les hizo en el Ayuntamiento de València un homenaje a estas pioneras, valientes, empoderadas y policías a las que en los primeros años no dejaban conducir, y a las que los mandos de la época mandaron a vigilar el tráfico con un silbato, un bolígrafo, un bloc para poner denuncias y un uniforme.

Las agentes Isabel Manzano y Nieves Calvo señalan el cartel con su foto de los 80 . j.m.v.

«Los primeros días que nos asignaban servicios en la plaza del Ayuntamiento se formaban corros para vernos, los ciudadanos se acercaban para comprobar que éramos de verdad», relata una de las componentes de la denominada Promoción del 81, en el documental dirigido por Ricard Chicot que evoca aquel momento. El machismo de la época, arraigado en la ciudadanía , les llevó a tener que oirse cosas como: «¡ A fregar!». O peor: «Nos decían que estábamos quitándole el puesto de trabajo a un hombre». Dentro del cuerpo policial las cosas tampoco eran mejores. «No nos dejaban conducir, no nos dejaban llevar armas ni defensa», explica Nieves Calvo. Eso sí, también hubo pioneros que favorecieron la integración de la mujer en la policía. Uno fue el cabo Luis González, que recuerda en el citado documental que había muchos mandos «retrógrados» y «machistas», y que tuvo que luchar mucho para que las dejasen conducir. En general, en todas las funciones, con el tiempo, «se vio que eran tan buenas como los hombres».

La hoy inspectora Isabel Manzano es una de las luchadoras que logró hacer carrera y que, con el tiempo, ha tenido a su cargo a un buen número de agentes hombres. «Al final si demuestras tu valía profesional eso es lo que cuenta», explica. Eso sí, los primeros años fueron muy complicados. «Si entrar en la policía fue duro -rememora-, entrar en los motoristas -allá por 1984- aún lo fue más : para algunos compañeros aquello era rebajar su caché», comenta.

Afortunadamente todas estas mujeres derribaron muros y barreras, y abrieron el camino para que luego pudiera haber una Intendente General, Mari Carmen Mariblanca, y una Intendente Principal, Vicenta Llusar.