El pasado 31 de diciembre el monolito informativo colocado por el Ayuntamiento de València delante del convento de Santa Clara (Pérez Galdós, 119) sufrió un acto de vandalismo. Tanto el texto informativo que recordaba su condición de cárcel franquista como la fotografía de las presas políticas aparecieron emborronadas, tapadas con spray, según ha denunciado el Aula de Historia y Memoria democrática de la Universitat de València.

El monolito tenía un texto histórico, una fotografía y un plano del proyecto del edificio. Su objetivo era informar a la ciudadanía de la historia de este convento, especialmente durante la dictadura franquista, cuando funcionó como cárcel de mujeres. «Los muros del Convento de Santa Clara albergaron en los primeros años de la dictadura a aproximadamente mil presas, sobre todo políticas, y a sus hijos en condiciones de vida terribles. El monolito servía también para recordarlas, en un ejercicio de memoria democrática», dice la Universitat.

Para el Aula de Historia y Memoria Democrática solo cabe, por tanto, denunciar «este acto de vandalismo, este nuevo intento de tapar la historia reciente, este ataque a la memoria democrática, esta agresión a las mujeres presas por la dictadura franquista».

El Convento de Santa Clara fue construido en 1911 para una comunidad de religiosas capuchinas. Durante la Guerra Civil las autoridades republicanas lo utilizaron como prisión masculina. Posteriormente, al inicio de la dictadura, funcionó como cárcel para mujeres entre junio de 1939 y abril de 1942. Era una filial de la cercana Prisión Provincial de Mujeres, completamente desbordada por la represión franquista, explican los promotores del monolito. Aproximadamente mil presas pasaron por esta prisión improvisada. Eran mujeres de izquierdas, defensoras de la Segunda República, antifranquistas o familiares «de», añaden. «Las condiciones de vida eran terribles: hacinamiento, alimentos insuficientes y en mal estado, condiciones higiénicas y sanitarias deplorables, parásitos, enfermedades, castigos y malos tratos. También vivieron niños y niñas muy pequeños, hijos de las presas. En sus casi tres años de funcionamiento, murieron siete niños», resumen.