José Parrilla, Valencia

Si se confirma la relación de la quema de coches y contenedores en el Marítimo con el desalojo del edificio de la calle la Reina, el denominado Centro Social Ocupado (CSO) Malas Pulgas, o mejor dicho, quienes le daban vida, se confirmarán también como los más radicales del movimiento alternativo de Valencia. Ninguna acción policial contra locales ocupados ha generado tanta violencia en la ciudad, aun siendo cualitativa y cuantitativamente más significativos. Posiblemente el hecho de ser la bandera contra la especulación urbanística del Cabanyal, el barrio más amenazado de la ciudad, sea uno de los motivos.

Tras el primer desalojo, que tuvo lugar el 14 de octubre de 2002, unos desconocidos ya incendiaron un cajero automático en la calle Pedro de Valencia y días después fueron asaltadas cuatro inmobiliarias del Marítimo, hechos estos que terminaron con cuatro «okupas» detenidos y encarcelados con cargos de terrorismo que luego fueron rechazados por la Audiencia Nacional. Desde entonces, la violencia callejera no se había reproducido con tanta fuerza en Valencia, al menos con este origen. El 8 de noviembre de 2005 la policía procedió al desalojo del CSO La Discordia, un viejo cine situado en la calle Marqués de Caro, en pleno barrio de El Carmen. Era uno de los estandartes del movimiento okupa, pero no hubo una respuesta «contundente», probablemente porque ya se esperaba este desenlace. Sólo dos semanas después fueron detenidos dos jóvenes por apedrear las Cortes, un restaurante y un retén policial, acciones que la policía relacionó con aquel desalojo y otro de menor entidad que se había producido el mismo día en la calle San Ramón, cerca del primero.

Ni siquiera el incendio del CSO Pepica la Pilona, situado en la calle Eugenia Viñes, en Las Arenas, generó tanto odio. Aunque llevaba diez años ocupado y era la principal manifestación «okupa» contra la especulación en el Cabanyal, su desaparición, atribuida por algunos a un boicot fascistas o incluso a una acción policial, fue asumida con resignación. Sus moradores, haciendo bueno el dicho «un desalojo otra okupación», volvieron a Malas Pulgas, que después de cuatro años seguía abandonado y sin albergar el anunciado museo Padilla. Era el nuevo centro de lucha en el barrio.

Su instalación allí ya decía mucho de sus pretensiones. Ahora ya no era un Centro Social Ocupado sino un Centro Anti Social (CAS). En su pancarta principal se incorporaba además, la frase «Mala pulga nunca muere. Os vais a cagar». Y efectivamente, tras el desalojo han vuelto los disturbios.

Ahora, en Valencia quedan varias casas ocupadas, pero sus principales centros han sido desalojados o destruidos. En la página web del movimiento ya se habla de posibles «soluciones».