Hay muchas enfermedades que se expresan con movimientos excesivos, unas veces en una parte del cuerpo, otras de forma generalizada. Usted conoce las crisis epilépticas, las personas que tienen tics o temblores y otras más raras como los coreas (una de ellos llamado baile de San Vito).

Hoy le hablo de otra, en la que los que lo padecen notan una sensación desagradable en las piernas cuando están en reposo, que mejora al moverlas, también si se dan masaje o caminan. La notan en la parte interna de ellas como un hormigueo interno, que no es dolor, suele ser en ambas pero puede ser una, y más rara vez en extremidades superiores. Por ello se mueven. La sensación dura un rato y puede repetirse con el tiempo. Las molestias son más frecuentes al caer la tarde o por la noche por lo que alteran el sueño.

Si le pasa, no se sienta raro. Se estima que afecta a un 10-15% de la población mayor de 60 años. Aparece a cualquier edad, muchas antes de los 20 años.

En una gran parte de los casos no conocemos su causa. En otras ocasiones se descubre anemia (por falta de hierro), ácido fólico o de la vitamina B12. Más raras veces la glándula tiroides es insuficiente, hay daño renal crónico, inflamación en los nervios periféricos (polineuritis), diabetes, artritis reumatoide o coincide con el embarazo. Puede suceder que el enfermo tome ciertas medicinas como beta-bloqueantes, ciertos antidepresivos (triciclicos o inhibidores de la recaptación de la serotonina) o cafeína. Hay circunstancias que lo empeoran: si lleva tiempo durmiendo mal, el embarazo o toma litio.

Se han descrito incluso familias en la que varios miembros están afectos (si los enfermos son jóvenes hasta en un tercio de ellos, lo que sugiere que se hereda con fuerza, herencia dominante). Se ha sugerido que puede predisponer a padecerlo el tener una hernia de disco o insuficiencia circulatoria.

Mas de 8 de cada 10 de estos enfermos tienen otro trastorno llamado alteración periódica del movimiento de las extremidades; consiste en la aparición de contracciones periódicas de un músculo de la parte anterior de la pierna (tibial anterior) durante el sueño, lo que hace que el enfermo mueva el pie hacia atrás, lo recoge bruscamente como si le hubieran pinchado. Estos movimientos se asocian a alteraciones del sueño, causan somnolencia diurna y son fáciles de diagnosticar en un laboratorio del sueño. (Se registran más de 10 movimientos por minuto, duran más de 0,5 seg. y coinciden con las fases en que no hay movimientos rápidos de los ojos, fases no rem).

Se cree que la lesión expresa daño en las vías nerviosas subcorticales inhibitorias (a nivel del puente) lo que libera un activador medular que a condiciones normales está inhibido. Hay alteración de neurotransmisores: dopamina o substancias opioides.

Los afectos deben evitar los factores que se implican en su origen: eliminar la cafeína, el alcohol, el tabaco. Si encuentra alguna de las enfermedades asociadas tratarlas: especialmente administrar hierro si hay anemia o fólico durante el embarazo. También hay que retirar los fármacos que puedan causarlos como antidepresivos o tricíclicos.

Para tratarlo hay medicamentos que han demostrado cierta eficacia, como agentes dopaminérgicos del tipo de la levodopa y la carbidopa, o agonistas de ellos como el pergolide. Son útiles la benzodiacepinas, especialmente temazepan y clonazolan,o los opioides como la oxicodona y el propoxifeno.

El escritor francés Alfredo de Musset también movía sus piernas de forma involuntaria. Lo hacia de forma sincrónica con los latidos de su corazón. El movimiento surgía porque tenía una lesión en la válvula aórtica. Era insuficiente, lo que hacía que al contraerse el corazón parte de la sangre volvía hacia atrás, al ventrículo, y se añadía a la que pasaba de la aurícula. Fíjese que curioso mover las piernas sin querer puede expresar que se padece una enfermedad.

*Director del departamento de Medicina Clínica de la Universidad Miguel Hernández y jefe de servicio del hospital de San Juan.