El dolor de las once cuchilladas que le asestó su exmarido persiste, pero más aún el miedo de saber que hubiera muerto de no ser por un vecino y su compañero de trabajo, que se enfrentaron con su agresor, y por la rápida decisión -incluso saltándose el protocolo – de los guardias civiles que la llevaron al centro de salud de Massamagrell antes de que se desangrara. “Salía mucha sangre, tenía claro que iba a morir, solo quería despedirme de mis hijos”, ha confesado Teresa entre lágrimas y rota por dentro al recordar ese 8 de marzo de 2021.
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