La jueza de Instrucción número 1 de Sueca, en funciones de guardia, acaba de ordenar el ingreso en prisión, comunicada y sin fianza, para Francisco M. M., el hombre de 58 años que el miércoles estuvo a punto de matar en Sueca a una mujer de 54 años tras violarla durante meses a ella y abusar sexualmente de su hija de 7 años, tal como ha adelantado hoy en exclusiva Levante-EMV.

La magistrada, que ha tomado la decisión a instancias de la Fiscalía, le imputa un delito de homicidio en grado de tentativa (que podría ser elevado a asesinato más adelante), así como delitos de agresión sexual sobre ella, por las violaciones, y de abuso sexual, a la hija de ella, de 7 años de edad, según fuentes del Tribunal Superior de Justicia de la C. Valenciana (TSJCV). Ambas están ya bajo protección como víctimas de un delito grave.

Tal como ha adelantado hoy este diario, la Guardia Civil salvó la vida a la mujer de 54 años que fue brutalmente apaleada por su casero, quien luego intentó matarla abriendo las espitas del gas tras dejarla sola e inconsciente en la casa. El brutal ataque se produjo cuando el presunto agresor descubrió que la mujer le había denunciado por violarla a ella y abusar de su hija de 7 años durante meses. El detenido pasará probablemente hoy a disposición del juzgado de guardia de la capital de la Ribera Baixa.

Los hechos sucedieron pasadas las 16.00 horas del miércoles, en una vivienda de Sueca, donde la mujer, natural de Marruecos, residía con su hija de 7 años en una habitación que el dueño del piso, español y de 58 años, le había arrendado meses atrás. Casi desde el principio, el casero, según ha revelado ahora su víctima, la habría sometido a abusos y agresiones sexuales, que ella nunca se atrevió a denunciar por temor a perder un lugar donde vivir con su hija y a que la niña tuviese que renunciar a su entorno escolar, una vez que había logrado su escolarización.

De hecho, el ahora detenido se habría valido de la vulnerabilidad de la mujer, migrante en situación precaria, sola y con una hija, para precisamente cometer las agresiones sexuales desde la impunidad.

Sin embargo, el martes la mujer vio indicios que la llevaron a sospechar de que los ataques sexuales no se limitaban a ella, sino que su hija estaba siendo víctima del mismo hombre. Finalmente, la menor confesó a su madre que el hombre la sometía a tocamientos cuando ella no estaba, y que la había amenazado para que no lo contara. En ese momento, la madre decidió denunciar inmediatamente ambos hechos, así que el miércoles por la mañana acudió al cuartel de la Guardia Civil de Sueca y dejó constancia de lo que había sucedido.

"Me muero, mucho butano, mucho butano"

A raíz de esa denuncia, la Guardia Civil envió una patrulla al domicilio, pero no lograron dar con el sospechoso. Sobre las 16.30 horas, el 112 recibió una llamada de la mujer quien, con apenas un hilo de voz y en un castellano expresado con dificultad, pidió auxilio informando de que estaba en la casa, que había recibido una brutal paliza y que se moría, tras repetir varias veces "mucho butano, mucho butano".

En apenas unos minutos llegó la primera patrulla de la Guardia Civil al lugar. Los agentes fueron informados de que también estaba avisados los medios sanitarios y los bomberos, peor que estos últimos tardarían, ya que venían desde Cullera. Ante esa situación, decidieron intervenir. Como nadie respondía al timbre, tuvieron que acceder al edificio, de dos plantas, forzando la puerta de la calle, pero, cuando llegaron al rellano de la primera planta, no pudieron entrar en la vivienda, de la que emanaba ya un fuerte olor a butano. Dado que tampoco obtuvieron respuesta, apremiados por la situación, bajaron de nuevo a la calle, pidieron una escalera a unos vecinos y uno de los guardias subió hasta el primer piso, rompió la ventana y entró.

En ese momento, un intenso olor a gas butano inundaba toda la vivienda, por lo que lo primero que hizo fue cerrar los fuegos de la cocina y revisar una a una las habitaciones. En la última, donde el olor a gas aún era mayor, encontró a la víctima de este ataque machista tendida inmóvil en la cama, inconsciente y con señales evidentes de haber sufrido golpes y puñetazos por todo el cuerpo. Junto a ella, alguien había dejado una bombona de butano con la goma rota de la que emanaba gas de manera incontrolada.

Al ver que aún estaba viva, el agente, que ya había abierto a su compañero, cogió en brazos a la víctima y la sacó de la casa a toda velocidad, de manera que la médica del SAMU, que ya estaba en el lugar, pudo iniciar de inmediato las maniobras de reanimación. Fuentes sanitarias aseguraron que si hubiese tardado unos minutos más en ser rescatada y atendida, habría fallecido. Una vez estabilizada en el lugar por la médica del SAMU, el equipo sanitario la evacuó de urgencia en una ambulancia de soporte vital avanzado al Hospital de la Ribera.