El mensaje que ha lanzado el dirigente socialista Pedro Sánchez, pidiendo la unidad de las fuerzas constitucionalistas frente al desafío independentista, que busca romper España y enfrentar a los catalanes y al resto de españoles, nos reconforta a muchos de nosotros con ese PSOE comprometido con los valores democráticos, de defensa de la libertad y del orden constitucional.

Siempre lo ha estado, pero ahora más que nunca es necesario el consenso entre las diferentes fuerzas políticas del arco parlamentario, sin fisuras de ninguna clase, para blindar y fortalecer al Estado de las amenazas independentistas que buscan saltarse la Ley e imponer la república catalana de manera unilateral, invocando un plebiscito que fue ilegal y una mayoría parlamentaria que no tienen.

Como bien decía Pedro Sánchez, quien mantiene el artículo 155 en Cataluña no es el Estado ni el Gobierno sino el propio presidente de la Generalitat, Quim Torra, que no ha cambiado un ápice su discurso sino que, además, lo ha radicalizado aún más, chantajeando de una manera intolerable al Estado, nombrando consejeros que están prófugos o encarcelados por delitos muy graves. Lo razonable para un hombre que pide diálogo es conformar un gobierno, cuyos consejeros no estén imputados ni perseguidos por la justicia. Esto facilitaría mucho las cosas para una vuelta a la normalidad democrática en Cataluña.

Aunque las encuestas no vaticinan unos buenos resultados para el PSOE, que de confirmarse pasaría a ser la cuarta fuerza política por detrás de Ciudadanos, Podemos y PP, y a falta tan solo de un año para que se celebren elecciones autonómicas y municipales; el PSOE debe retomar el discurso moderado de centro izquierda, volver a la escena política y convertirse de nuevo en una alternativa de gobierno, revirtiendo los recortes sociales que se han cebado sobre la clase media de este país, generando ilusión en los ciudadanos porque otra forma de hacer política es posible.

El discurso del PSOE, apoyando al Gobierno- como lo ha hecho siempre en cuestiones de Estado, como en política antiterrorista, por ejemplo-, no poniendo palos en las ruedas para sacar un rédito electoral de la situación, anteponiendo los intereses generales a los particulares- habría que ver que hubiera hecho el PP de haber estado en la oposición- colocan al PSOE como un partido con gran sentido de Estado, lo cual es de agradecer en momentos tan complicados, donde la ignominia y la infamia cobran cada vez mayor fuerza.