Las sensaciones previas a la carrera son de seguridad y a la vez de incertidumbre. Seguridad, porque los entrenamientos se han desarrollado desde el mes de agosto tal y como tenía programado.

La víspera de la carrera la rutina habitual. Acudir a retirar el dorsal, cuidar la alimentación e hidratación y tener listo todo lo necesario para la carrera . Y por fin ha llegado el día. A las 6 horas suena el despertador, preparo el desayuno habitual, me calzo las zapatillas, cargo la mochila y me dispongo a marchar. La casa sigue dormida pero Asun (mi mujer) se levanta para desearme suerte. Ella es mi mayor fuente de energía.

Empieza la carrera

Puntual, a las 9 horas suena el pistoletazo de salida. Nada más arrancar me doy cuenta de que estoy muy mal colocado y el primer kilómetro se va muy lejos del tiempo previsto, lo que me obliga a apretar algo más durante los dos siguientes kilómetros para compensar el desfase. A partir del primer avituallamiento empiezo a pasar los kilómetros con ritmos más lentos de lo previsto, hubiera sido una locura apretar, mis sensaciones en el km 10 me anunciaban que la carrera iba a ser larga. Pasamos por el km 12 y allí con el punto de animación del club Runners Ciutat de Valencia es inevitable no venirse arriba.

La gran sorpresa al llegar al km 14, mi mujer y mis dos hijas estaban allí. No me habían avisado y allí estaban, aplaudiendo a mi paso. El mejor momento de la carrera. En la Plaza del Ayuntamiento las piernas me empiezan a pesar como el plomo. No hemos llegado hasta aquí para tirar la carrera por la borda. Miro el reloj y voy a un ritmo para mejorar mi marca personal, no queda otra que apretar.

Y por fin la meta, con ese pasillo final que sabe a gloria. ¿El tiempo final? 1:22:02 lo que supone mejorar en 50 segundos el crono del año pasado mi mejor tiempo hasta la fecha.