Cuántas veces habré escuchado la pregunta: «¿Pero el griego y el latín aún se estudian? ¿No son lenguas muertas?». Los profesores de clásicas estamos acostumbrados a ellas. Sin embargo, cuando tu trabajo es tu pasión, cuando te emocionas hasta las lágrimas al pensar en el Partenón o al leer unos versos de Homero, cuando te hacen feliz las caras de tus alumnos disfrutando al ver una tragedia representada en Sagunto€ Esas preguntas dejan de afectarte, porque sabes que es una suerte poder dedicar miles de horas de tu vida a empaparte de los clásicos, a aprender de ellos y a transmitírselo a tus alumnos.

Pero un día, además, recibes una grata sorpresa. El otro día fui a mi tienda de lanas (porque sí, además de ser profesora de griego me gusta tejer, como Penélope, pero sin deshacer la labor cada noche) y allí fui recibida por la dueña con una gran sonrisa y una pregunta: «¿Eres profesora de griego y latín?». Cuando contesté que sí, entusiasmada, me dijo que le parecía fascinante y, con las lanas en la mano, estuvimos hablando sobre la posible obligatoriedad del latín en 4º de ESO y sobre lo importante y valioso que es el estudio del latín y el griego. Y todo ello, sin escuchar ni una sola vez la dichosa pregunta.

Días así hacen que te des cuenta de que no estás sola, que no sólo tienes a los compañeros de Clásicas, sino que mucha gente valora el latín y el griego. Y en esos días la esperanza brilla un poco más al fondo de la caja de Pandora. Amparo Gasent Moscardó. Valencia.