Yo quisiera saber si volveré algún día/a ver mi jardín y mi fuente/en aquel país donde crecen los olivos,/donde arrullan las palomas,/donde los pájaros hacen oír sus dulces gorjeos,/donde las campanas y los minaretes se cruzan,/se saludan y se respetan,/donde cada muro, cada piedra nos grita desesperadamente:/"Aquí está el secreto de la vida,/aquí está la historia de las ciencias, de las civilizaciones/ todo el tesoro de la humanidad».

Yo soy de allí, tengo recuerdos y nací como nace la gente./Tengo hermanos, amigos/y una inmensa cárcel llena de sufrimientos y lágrimas./Yo soy de allí,/yo soy de allí y soy de aquí,/yo no soy de aquí, ni soy de allí.

Oh, mi querida Damasco,/Madre de la tolerancia y bandera de la sabiduría,/Tu gente ,mi gente/Unos todavía te habitan sin permiso/Otros salen de un éxodo para entrar en otro€/La tierra les exprime,/Las fronteras se estrechan y no llegan a ninguna parte./¿Adónde irán después de la última frontera?/¿Adónde volarán los pájaros después del último cielo?

La Humanidad ha perdido, sí, y mucho/Ni la paz ni el amor han ganado nada.

Aquí, en el último pasaje, Europa,/Moriremos todos./Aquí o ahí,/Nuestra sangre plantará de nuevo nuestros olivos.

Señoras y señores de buena voluntad,/¿La tierra es de los hombres?/¿Es para todos los hombres?/¿Dónde está entonces mi choza?/¿Dónde está mi gente?

En el continente más libre y democrático/Se han apropiado del derecho/De comprarnos y vendernos a su antojo./Sí, es así de duro,/Así es de real,/Somos unas reses que nos conducen/Unos pocos vaqueros.

Yo sigo creyendo en la Humanidad,/A pesar de tantas heridas y tanto sufrimiento/Sigo creyendo en la buena gente.

Eduardo Galeano decía: «Mucha gente pequeña,/En lugares pequeños,/Haciendo cosas pequeñas,/Pueden cambiar el mundo»/

Y así es, y/Un modesto ciudadano del mundo,/Seguirá compartiendo su sonrisa/Con la familia, con los amigos€/Y seguirá buscando la razón/Más allá de la muerte. Tarek Elzein. Valencia.