«Abril es el mes más cruel». Con esas palabras iniciaba el poeta T.S. Elliot su poema «La tierra baldía», publicado en 1922, quizás el libro de poesía más importante del siglo XX. Aunque el que sería Premio Nobel de Literatura en el año 1948 por el conjunto de su obra hablaba de algo muy diferente de los problemas pedestres y cotidianos, el mes de abril de 2017 puede ser el mes más cruel para la Generalidad Valenciana.

En este mes se conocerán las cifras definitivas de déficit del año 2016, adelantadas provisionalmente ya en febrero, tanto de la Comunidad Valenciana como del Reino de España. Las dos cifras serán malas, muy malas. Haya o no elecciones en diciembre, es seguro que por fin se habrá formado gobierno en España. También es cierto que el nuevo gobierno, sea del color que sea, obedecerá a Bruselas y exigirá un recorte brutal e inmediato en los presupuestos, nacionales y autonómicos, para controlar el déficit. No habrá excusas ni quejas por la mala financiación, que parece imposible que se corrija en tan corto plazo. La Generalitat Valenciana tendrá que elegir entre recortar en servicios básicos como Sanidad y Educación o eliminar empresas y organismos inútiles, asesores, mamandurrias o como quiera que se denomine todo el sistema clientelar característico del bipartidismo. Necesariamente tendrá que cerrar la neonata RTVV, si para entonces ha conseguido abrirla.

Será la prueba de fuego del pacto del Botánico, la guía que probablemente determinará la elección de los votantes en las autonómicas de 2019. ¿Están preparados? Pedro Frontera. Valencia