La Calderona ha vuelto a arder. De pequeño, recuerdo en el pueblo el repicar de campanas en verano que adelantaban algún mal acontecimiento. Eran años en los que el voluntariado no existía y la Guardia Civil iba por los pueblos afectados reclutando hombres mayores de edad para ir a intentar controlar el fuego. Eran años del Icona, eso de las transferencias autonómicas no existían. El forestal era la autoridad y coordinaba los efectivos de la mejor manera posible.

De más mayor, recuerdo los veranos trabajando en el Icona. Días al sol componiendo paredes de piedra a modo de puzle para evitar erosiones en los barrancos en forma de diques. Era la manera que tenía un estudiante de no cargar la economía familiar durante el largo curso escolar. Este trabajo en los barrancos lo compaginábamos con el de repoblar con pinos las laderas casi desiertas. Plantábamos pimpollos en unas marcas que previamente habían hecho. Esto era lo que ahora llamamos reordenamiento forestal.

Hace dos semanas hice una bonita excursión. Cogí la moto y marché de Alcublas a Chulilla, de allí a Sot de Chera, Chera, Requena, Utiel, Benagéber, pantano, Tuéjar, Chelva, Calles, Losa del Obispo, Villar del Arzobispo y de nuevo a Alcublas. Os la recomiendo: la Serranía en estado puro. Pero a medida que me adentraba en zonas forestales, la belleza se convertía en vergüenza. Las nieves de este invierno han dejado un panorama desolador: árboles caídos, otros tronchados, ramas secas... Un perfecto caldo de cultivo o pólvora para hechos como el de la Calderona.

De pequeño no se estilaba el reordenamiento forestal. Es más, se repoblaba con el denostado y poco glamuroso pino y no se tenían en cuenta las especies autóctonas. De pequeño, los pastores entraban al monte y contenían la exuberancia del matorral. ¿Y ahora? Ahora hay congresos forestales, técnicos en reordenamiento forestal, unidades del ejército (UME), mientras que mi amigo Primitivo, el forestal del Icona, ya se jubiló. Y el monte está peor. La ecuación de incendio igual a cambio climático más despoblación rural se cumple a rajatabla. Gobiernos pasados, presentes y posiblemente futuros no hacen nada para evitar los grandes incendios. Luego, la culpa es de quien enciende la cerilla. Pero, ¿qué grado de culpa tiene quien no pone las medidas adecuadas para que ésto no suceda? La mano del hombre€ pero ¿quién es el pirómano? Enrique Domingo Pérez. Alcublas.