En la prensa suelen aparecer noticias positivas sobre la sanidad pública valenciana, como la excelencia de sus profesionales o sus logros. Pero abundan más las negativas: enfermos hacinados en los pasillos de los hospitales esperando una cama libre, retrasos de la atención en Urgencias o las largas y desesperantes listas de espera para acceder a una consulta del especialista. Dibujan una sanidad desbordada que no puede atender bien la demanda. Además, pronto tendrá que capear el temporal de la reversión de la concesión del Hospital de Alzira. En este complicado contexto, sorprende el escrito de la Asociación Ciudadana para la Promoción y Defensa de la Salud del País Valenciano (Acdesa-PV) resucitando una cuestión polémica pero que ya fue resuelta hace meses: el convenio con el Instituto Valenciano de Oncología. El escrito es una andanada contra el IVO pero también fuego amigo contra la Conselleria de Sanidad, que fue la que firmó el acuerdo con la entidad privada sin que nadie le obligara a ello, ¿o sí?

Pero entretenidos en estas batallitas, no hay que olvidar la cuestión fundamental: el problema de la sanidad pública valenciana más que de gestión, que también, es de los recortes en la financiación. Según cifras oficiales, la conselleria gastó 6.800 millones de euros en el año 2010, mientras que el presupuesto para el año 2017 fue de solo 6.084 millones, cuando la demanda es mucho mayor. En pocas palabras: sin aportar más recursos será muy difícil mejorar la asistencia sanitaria. Pedro Frontera. València.