Es urgente una reflexión colectiva en aras a que las autoridades arbitren las medidas precisas para que, tanto las actividades comerciales como los futuros visitantes respeten los entornos monumentales, evitando en la medida de lo posible, degradar y ensuciar las calles, plazas, jardines, avenidas... invitando a usar las papeleras y contenedores, respetando las ordenanzas y resto de normas cívicas y ordenamiento jurídico. Crear brigadas de vigilancia conjuntas de la Policía Local y la Nacional es una medida preventiva que debería establecerse de inmediato en las futuras fiestas josefinas, con el fin de que no vuelvan a repetirse los bochornosos espectáculos a los que hemos asistido.

Las fiestas falleras forman parte esencial de nuestra identidad, por ello merecen mantenerse, proyectarse internacionalmente y protegerse. Siempre y cuando todos asumamos un firme compromiso a la hora de evitar y denunciar cualquier actividad que altere, degrade o menoscabe su espíritu original y el de los entornos monumentales. Además, las Fallas son y deben constituir un motivo de orgullo y alegría para todos los valencianos, así como un incuestionable motor económico para muchas personas (artesanos, personal de hostelería, pirotécnicos...), siendo clave y prioritario que la sociedad civil y la Administración asuman e impulsen, de manera consensuada y conjunta medidas eficientes, de carácter preventivo y sancionador, con objeto de que en los próximos años no se repitan los algo más que lamentables espectáculos que han sumido en la degradación entornos monumentales emblemáticos, y que gozan de la protección y el amparo de la Unesco, como es la Lonja de los Mercaderes.

Los valencianos no nos podemos permitir el lujo de presentar esa imagen de energúmenos, de gente que no sabe ni quiere respetar y cuidar sus más preciados monumentos. Las calles, plazas, jardines... forman parte de nuestro hogar; son una prolongación de nuestro propio cuerpo, de nuestra existencia. Antonio Marín Segovia. València.