J. Antequera, Castelló

En el Hogar del Jubilado de l'Alcora se juega a las cartas y al dominó y se bebe aguardiente. El que puede, porque los años no perdonan. Alrededor del tapete verde hay descendientes de uno y otro bando. Sus padres lucharon unos contra otros y ahora ellos juegan y bromean cuando un despistado le ahorca el seis doble a su compañero.

Hacía mucho tiempo que en l'Alcora no se hablaba de la Guerra Civil. Demasiados muertos, demasiados desaparecidos. Los octogenarios dicen que bajo la tierra que pisan cada día hay fosas comunes. ¿Cuántas? "Nunca lo sabremos", explica Fermín, un vecino de 75 años.

El reportaje emitido el miércoles por Antena 3, en el que aparecen decenas de féretros de Castelló con cadáveres que fueron trasladados al Valle de los Caídos a finales de los 50, ha empezado ya a remover conciencias. Las imágenes en blanco y negro de operarios apilando ataúdes de Castelló, l'Alcora, Benicàssim, Morella, Betxí, Sueras o Vinaròs ha supuesto una esperanza para mucha gente que espera saber algo de sus familiares desaparecidos.

Es el caso de Alfred Pallarés, de 75 años, que vive en Barcelona y que esa noche estaba sentado frente al televisor. Cuando vio las imágenes de las cajas con el nombre de l'Alcora muchos recuerdos se le vinieron a la cabeza. Se acordó de los relatos que su padre le contaba sobre uno de sus hermanos, un hombre de campo que un buen día cambió la azada por el fusil. "Me acordé de mi tío, que fue al frente por el bando republicano y nunca más regresó". No se lo pensó ni un segundo, al día siguiente Pallarés cogió el teléfono y llamó al Ayuntamiento de l'Alcora para pedir más información. "Un funcionario me dijo que hablarán con el cementerio para tratar de saber más sobre mi tío, pero va a ser difícil porque no hay registros de defunción tan antiguos", explica. No sabe explicar por qué una fuerza extraña le empuja a saber qué pasó. "Será por un sentido de la Justicia, por curiosidad, por tener la certeza de que está allí, en el Valle de los Caídos, quién sabe. Removeré los papeles que haga falta para saber la verdad", dice.

Los más viejos de l'Alcora hablan de una batalla encarnizada entre milicianos republicanos y tropas nacionales en las lomas del castillo, de un asedio atroz, de decenas de muertos cerca de El Remolcador. Nadie sabe muy bien qué pasó, sólo que "corrió mucha sangre", como dice Fermín. "Yo tenía sólo cinco años, imagínese, era un niño", cuenta.

Vicente Guillamón, secretario del Ayuntamiento de l'Alcora, reconoce que el consistorio está interesado en ayudar a las personas que quieran saber más sobre sus familiares desaparecidos. "El señor Pallarés nos ha llamado pidiendo información sobre un familiar y hemos tratado de buscar datos sobre él. El problema es que los archivos sobre nacimientos y defunciones de esa época ya no existen, por lo que sería difícil acreditar a quién pertenecen los restos. La única forma sería haciendo la prueba de ADN". Otra opción que se plantea el consistorio es recurrir a funcionarios municipales que todavía estén vivos y puedan aportar alguna información. Pero la mayoría están muertos.

En el pueblo todo el mundo sabe que al menos 34 personas fueron fusiladas semanas antes de que los nacionales entraran en el pueblo. Sus restos probablemente siguen allí, muy cerca del pantano. "Entraban en las casas y se los llevaban para matarlos. Qué quiere que les diga, cosas malas hicieron unos y otros. A mi padre lo fusilaron por liberal", asegura Cristóbal Gas, de 86 años, mientras camina apoyándose en una muleta cerca del hogar del jubilado. Dentro, sus amigos siguen jugando al dominó. Y ríen. Otro al que le han ahorcado el seis doble.