Más de 2.500 raciones de la tradicional sopa de Santo de Viver se repartieron ayer en esta localidad palantina en la celebración del primero de sus días festivos en honor a su patrón, San Francisco de Paula. En un ambiente festivo, Viver amaneció con el sonido de las campanas que anunciaban la fiesta mayor. Los actos religiosos y una mascletà precedieron a una de las tradiciones más arraigadas, declarada hace varios años fiesta de interés turístico local: el reparto de la tradicional sopa de Santo, en total, más de 2.500 raciones. Este típico arroz está realizado a base de judía, ajos tiernos, bacalao y aceite de oliva, y se cocina a fuego de leña durante varias horas. Los vecinos, plato o fiambrera en mano, no dudaron en apretarse a las puertas de la iglesia para recibir su ración de arroz y pan entre empujones y gritos, tras la bendición por parte del párroco de los 45 calderos cocinados para la ocasión. Los clavarios del santo son los encargados de hacer el arroz para todo el pueblo. Este año, Mª Carmen Escrig, Carmen Estiguín, Rosa Navarro, Joaquín Serrano, Carmen Torres, Manuel Górriz, Manuel Orero, Manuel Iserte, Julia Flor y Francisco Ibáñez son los responsables.

La sopa de Santo comenzó a realizarse en la localidad hace más de un siglo,cuando las monjas del convento de los Mínimos de San Francisco de Viver realizaban este plato para repartirlo durante el día del Santo entre los pobres. Con el paso de los años, el reparto se ha convertido en toda una tradición en la que participa toda la población.

Mañana, los viverenses vuelven a comer este arroz del que se realizarán otros 55 calderos pagados por el ayuntamiento.