Existen muchas formas de ser útil en un equipo de fútbol. Ayer, en el triunfo del Castellón sobre el Alzira, el extremo Dani Pujol reivindicó una de las más honestas. No es el futbolista albinegro uno de esos que enamoran al primer vistazo, no es el más técnico, ni el que mejor se asocia, ni siquiera el que mejor desborda ni el que mejor centra, pese a que alcance la línea de fondo con frecuencia, al modo del falso lento, pero sí es un jugador de equipo formidable. Solidario, atento y consciente de sus limitaciones, Pujol firmó contra el Alzira dos de los tres goles orelluts en un partido que requería justo ese paso al frente de algunos de los secundarios. Los dos goles de Pujol premiaron su fe en la llegada al segundo palo. El 1-0 allanó la tarde y el 2-0 abrochó el partido a la espera de la guinda del 3-0 de Víctor Pino, que se reencontró con el gol en el tiempo de descuento.

Marcó muy pronto el Castellón, en el minuto 3, por mediación del mentado Pujol. El extremo catalán embocó desde cerca y con la colaboración de Flor un centro llovido de Pruden, que había completado con rosca y verticalidad una larga y trenzada acción de ataque albinegro.

El gol inyectó anestesia al partido. El Castellón conservó el dominio del balón pero fue dejándose llevar, enredado en el adorno en ocasiones, casi siempre falto de tensión a la hora de decidir, de rematar, de pisar territorios definitivos, de llevar el juego posicional a una nueva y concreta dimensión. Tal fue el relajo por momentos que el goleador Pujol destacó un montón en el contraste. Suyas fueron las arrancadas más productivas, con otro colmillo, a otra velocidad. Pudo marcar el segundo, por partida doble, en la recta final del primer acto. Primero tras recoger un rechace en el área, en una jugada que él mismo había comenzado, pero le ganó la partida el arquero Flor. Después, en el descuento, al rematar fuera un saque de falta de Rubén, que había leído el desmarque del único que se movía al espacio en todo el campo.

Enfrente, el Alzira, que había comenzado al borde del desastre, fue creciendo sin hacer ruido. Agradeció los regalos orelluts para asomar en el área. Una falta lateral obsequio de Pruden, confiado en exceso en campo propio, por ejemplo. O una secuencia doble en el minuto 44: error en la salida de Guille y parada de Álvaro a tiro de Gabri; fallo de Adrià en el costado y remate fuera de Brian, a solas en el área. Como fuere, llegó al descanso más vivo de lo que podría haberse esperado y salió reforzado en el segundo acto.

En ese tramo, la victoria caminó por el alambre. El Alzira lo tuvo en su mano. En el 46, Luis García cabeceó fuera al aprovechar una salida en falso de Álvaro Campos, que lo arrolló en lo que pareció claro penalti. No pitó nada el árbitro pero no por ello terminó la inquietud albinegra. Un doble remate en un saque de esquina aumentó las dudas en la grada.

Al Castellón, falto de brío, le venía mejor la transición que la creación. Perdonó al Alzira en dos contras modélicas. En una, tras robo de Castells, Meseguer lanzó a Rubén a la carrera y éste plantó a Pruden frente al gol, sin puntería. En otra, la arrancada de Adrià Gallego la desperdició Rubén frente al portero, al lateral de la red.

Ya había movido entonces banquillo Calderé, y el Castellón mejoró. Concedió una última bala al rival, en una pérdida de Meseguer que rectificó Álvaro, ganador en el intento de vaselina frente a su tocayo del Alzira, pero poco a poco el equipo local impuso su peso en campo contrario. La entrada de Canadell ayudó a serenar la circulación y la de Negredo, poco vistoso pero efectivo, a fijar rivales y abrir huecos en punta. Participó Negredo en los dos últimos tantos de la tarde. El 2-0, la anticipación de Omar, la construcción por la izquierda entre Negredo y Rubén y el centro del zurdo al que no llega el ariete pero sí Pujol, relamiéndose con la caña preparada.

Y el 3-0, en el descuento y después de que Pujol y Rubén desaprovecharan otros dos servicios de Negredo, el hombre boya, que marcó Pino para estrenar su cuenta en la segunda vuelta y recordar, una vez más, que existen muchas formas, también la suya desde el banquillo, de ser útil en un equipo de fútbol.