¿Primero se logró el doble ascenso a Primera División, para asentarse definitivamente en la cúspide del fútbol español, y no falto con eso, se escaló hasta puestos europeos, y no una o dos vences. Incluso se firmó un histórico segundo puesto en la clasificación. Es más incluso algunos nos sentimos extraños cuando el club no pasea por Europa su ya consagrado prestigio internacional, que bien pudo haberse convertido en gloria mayúscula para envidia de los grandes de Europa si Juan Román Riquelme no llega a fallar el tan nombrado penalti ante el Arsenal en El Madrigal. Aún así, vaya historia. Parece un sueño y fue una realidad. El Villarreal entre los cuatro mejores de Europa. Ver para creer.

Es cierto que desde entonces el club no ha vuelto a alcanzar tal cima y veremos si algún día este hito puede volverse a repetir, lo que todavía le debe de dar más valor a lo vivido y conseguido con Roig al frente del navío.

Pero más mérito incluso que el de haber llevado al Villarreal a convertirse en un grande de España y de Europa, creo que tiene el echo de no haber saltado por la borda cuando las cosas fueron mal. Porque tras haber alcanzado la gloria, asumir que tu proyecto se marchaba a Segunda División con un equipazo y en un final de infarto no lo puede hacer cualquiera. Roig lo tenía claro. Cual ave Fénix debía renacer, y vaya si lo hizo. En un año de nuevo a primera, dos sextos puestos y a Europa.

Por todo ello, por la labor bien hecha y por el éxito acumulado, y por los éxitos que están por venir, quiero felicitar a Fernando Roig, a su familia y a su equipo de trabajo a los que les deseo muchos años más de prosperidad al frente de un club en el que han escrito y escribirán con letras de oro su historia.

Más allá de las diferencias que en algunos momentos podrá, puede o pudo haber, es de honor reconocer el trabajo bien hecho. Por eso desde aquí aprovecho para darle las gracias a la familia Roig por estos 900 partidos que nos han hecho disfrutar al frente del Villarreal. ¡¡Por muchos más!!