Víctor Claver nunca ha tenido buena prensa fuera de Valencia. Para qué negarlo. Y a ello ha contribuido poderosamente la constante de su carrera deportiva con la selección: estar siempre, pero en un papel por detrás de los secundarios. Si a eso se añade su discreto paso por la NBA, encontraremos que en los foros de baloncesto se le considera con demasiada frecuencia un elemento oscuro, hasta prescindible, en la dinámica de un equipo, el nacional, de primer nivel. Hasta el punto de cuestionarse sus últimas convocatorias. En la actual incluso estuvo en las quinielas de cara a los descartes.

La semifinal del miércoles contra Francia es el ejemplo más ilustrativo de cómo la botella puede estar medio vacía. En numerosos «memes» que celebran la victoria se hace referencia a él. Va a machacar la canasta y pregunta: «Es esta, ¿no?» o Gasol, con el balón en la mano, y en la viñeta se lee «Víctor, apártate». Y es que el jugador valenciano quedó marcado en el partido por una acción: la falta personal sobre lanzamiento triple a falta de quince segundos que dio tres opciones a Francia, pero que Batum desaprovechó. La misma que cometió Pau Ribas contra Alemania y que tampoco, afortunadamente, costó cara, pero por la que no fue crucificado. Siro López también se encarga de alzar la voz cuando al de Maristas se le escurre un balón.

Pero las cosas han cambiado para Claver. Sirva el dato del partido contra Francia: sólo jugaron ocho jugadores, él uno de ellos. Se destapó ante Grecia y en la semifinal, pifia final aparte, también estuvo serio e interesante. Desde la llegada de los partidos decisivos, es uno de los primeros cambios y ha empezado a alabarse su providencialidad, su labor en el rebote y en la anotación. En el tramo final ha ganado la partida a San Emeterio claramente y Sergio Scariolo ha conseguido lo inimaginable: encontrarle un encaje en el equipo, algo que no había encontrado en las anteriores ocasiones en que se cruzaron los caminos. Para Claver, la botella empieza a estar llena.

La final, contra Lituania

La selección estuvo pendiente ayer de la segunda semifinal. Y tras las últimas derrotas ante Serbia, seguramente lo sucedido fue todo un alivio. Lituania dio la sorpresa y se llevó la victoria por 64-67. Los bálticos estuvieron siempre por delante en el marcador y aguantaron la presión en los últimos minutos.