En el peor de los escenarios posibles, el Villarreal se reencontró con su esencia para desquiciar a un Real Madrid que ya daba por hecho que iba a finalizar la jornada a dos puntos del Barcelona. La tristeza y la impotencia que ha caracterizado al juego amarillo en los últimos dos meses quedaron en el destierro para ser reemplazadas por la luminosidad y el descaro. Al menos así fue en la primera mitad, la que fue determinante para que los amarillos superaran a los capitalino.

Un triunfo de prestigio, con buena imagen y mejor sabor, que permite recuperar la autoestima y regresar a la lucha por la Champions. Segunda victoria liguera consecutiva que deja al Villarreal a un punto del cuarto, el Celta.

Con todo en contra, por el rival, los precedentes y el estado anímico, además de por apuestas arriesgadas como la de formar con Bailly en el lateral derecho, el Villarreal se impuso a la lógica en un primer acto para enmarcar, sobre todo en su tramo inicial.

Bakambu y Soldado desnudaron, con su velocidad e intensidad, a un Pepe superado y a un Sergio Ramos desubicado. Por su parte Bruno, de nuevo imperial en la zona media, fue quien se inventó el primer tanto. Su presión en la salida del balón por parte del Madrid, forzó el error de Modric. Atento, Bakambu se hizo con el esférico, penetró en el área y se la cedió a Soldado. El valenciano, desde el punto de penalti, adelantaba a los castellonenses. En nueve minutos, la amenaza blanca se había tornado en fiebre amarilla.

Ya había avisado el Villarreal cinco minutos con un balón a la madera de Jonathan dos Santos, otro de los destacados por parte del submarino. La jugada había sido de un Bakambu desatado que se la dejó al mexicano en zona de disparo.

Intentó despertar el equipo de Benítez, pero la vigilia apenas generó peligro. Cristiano estaba desaparecido en combate, Benzema apenas entraba en juego y James y Bale apenas hacían cameos en el encuentro. El francés cazó un balón en el área, centrado por el galés, pero su disparo se marchó a la grada de El Madrigal.

En cambio fue un Villarreal, que ya comenzaba a dosificar esfuerzos, el que casi marcó de nuevo. Un saque de puerta lo peinó Soldado en el centro del campo. Pepe se vio sobrepasado en carrera por Bakambu y el congoleño, solo ante Navas, la mandó fuera. Ahí estuvo la sentencia.

Desde ahí, dominó sin peligro el Madrid. Apareció más Modric y Cristiano la buscó, pero su ansiedad le impidió acertar con la meta. Aguantaba el Villarreal sin sufrimiento y consiguió conducir el encuentro hasta el descanso sin problemas.

Resistir el asedio

Retornó el Madrid del vestuario determinado a remontar la contienda. Desde el primer segundo, los blancos acecharon la puerta de Areola. Pero la precipitación y la ansiedad penalizaron a los hombres de Benítez.

Por su parte, el Villarreal mostró otra de sus características habituales, olvidada en las últimas semanas. Los amarillos supieron aguantar. Se encastillaron en su campo, a la espera de una contra que pudiese cerrar el encuentro.

Aunque esta ocasión no llegó, el submarino recibió el premio de la victoria a su aguante. Acumularon ocasiones Cristiano, James, Benzema o Pepe y buscaron romper la defensa amarilla con desesperación Marcelo, Bale y Danilo. Pero fue inútil. Por méritos de la defensa local o por los deméritos de cara a puerta de los visitantes, el Madrid se marchó con un cero en su casillero y se aleja más del liderato.

La resistencia prácticamente se convirtió en épica con la lesión de Bailly. A pesar de la luxación de hombro que sufrió mediado el segundo acto, el marfileño aguantó hasta el minuto 83, cuando su articulación dijo basta. Un sacrificio necesario, al final, para poder sumar los tres puntos.