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Castelló aprende la nueva política

El primer gobierno en minoría de la capital de la Plana se asienta tras alguna fricción con su socio de CS en Moviment El PP es la fuerza más votada pero se encuentra solo en el consistorio, mientras a Ciudadanos nadie le comprende

Castelló aprende la nueva política

España se prepara para iniciar hoy un nuevo tiempo político. Las mayorías absolutas dirán adiós y brotará un parlamento más fragmentado e incontrolable. El Ayuntamiento de Castelló ya inició este cambio tras las elecciones municipales del 24M. Pasó del dominio acaparador del PP durante 24 años a una coalición del PSPV y Compromís en minoría apoyada por los emergentes de Castelló en Moviment. Ciudadanos es un caso aparte. El partido de Albert Rivera ha concitado en la capital de la Plana el rechazo unánime del resto de fuerzas políticas por las formas «extravagantes» de sus cuatro concejales.

El panorama político surgido del 24M ha dibujado una corporación más plural y coral. Con mayorías absolutas, el partido dominante mandaba sin atender apenas a la oposición. Ahora hay más actores en la corporación, son cinco partidos, de los que dos son de reciente creación (Castelló en Moviment y Ciudadanos). Un nuevo formato que se encuentra en proceso de aprendizaje. Al gobierno local le costó al principio entender que dirige en minoría. PSPV y Compromís firmaron un pacto gobierno con CSeM, pero la decisión de este último de permanecer en la oposición ha generado fricciones por falta de entendimiento.

El bipartito ha tenido que esmerarse para limar asperezas con su socio en estos cinco meses. Socialistas y Compromís daban por hecho que CSeM respaldaría sus propuestas sin casi necesidad de preguntar. Pero no ha sido así. La formación que respalda Podemos quiere mostrar su propia impronta ante la que considera la vieja política del PSOE, que ocupa la alcaldía, y se proyecta como una especie de vigía del ejecutivo. Hubo un primer aviso en un desencuentro con una moción sobre desahucios, y luego CSeM llevó la alarma al bipartito cuando se negó a secundar las nuevas ordenanzas fiscales propuestas para 2016. Los cuatro regidores emergentes se desmarcaron de la revisión fiscal e impidieron su aprobación por el pleno.

A partir de ahí, PSPV y Compromís se conjuraron por mejorar las relaciones con la agrupación de electores e impulsaron unas negociaciones para consensuar con su socio preferente el presupuesto de 2016. El ayuntamiento corría el riesgo de entrar en una grave crisis política si las cuentas eran invalidadas por el pleno. Las tres fuerzas de izquierdas sellaron finalmente un acuerdo, y desde entonces muestran estabilidad y consenso.

El ayuntamiento protagoniza una gestión más colegiada, donde la proyección de las políticas municipales se la reparten tres actores; principalmente los dos integrantes del ejecutivo pero también CS en Moviment.

El PP busca su sitio

«Ya hemos pasado la fase del luto», subrayó esta semana la portavoz del PP, Begoña Carrasco. Los populares buscan aún su lugar. No están acostumbrados a la bancada de la oposición. Presumen de ser el partido mas votado el 24D, pero en la corporación están solos. Su objetivo es publicitar una imagen de radicalidad del gobierno por el apoyo de Podemos.

División en Ciudadanos

El grupo de Ciudadanos parece que no ha aterrizado todavía en el ayuntamiento y los otros partidos denuncian su «desidia». Ya ha sufrido la baja de uno de sus cuatro concejales. La división es más que evidente y sus iniciativas son contadas. En la corporación se recuerda aquella intervención de la portavoz, Cristina Gabarda, en la que denunció la suciedad de un parque cuyo nombre desconocía. «Cuando nos diga el nombre iremos a limpiarlo», le contestó con sorna el vicealcalde, Enric Nomdedéu.

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