El Real Madrid goleó a un Rayo Vallecano valiente, que remontó explotando una fragilidad mental que instala en las continuas turbulencias al equipo de Benítez, que con las expulsiones de Tito y Raúl Baena en el primer acto, encontró el camino hacia un triunfo que no calma la crispación social (10-2). Ni los goles calman los tiempos revueltos que se viven en el madridismo. Si a un equipo modesto que acude con valentía a una cita como la del Santiago Bernabéu se le castiga su espíritu ofensivo con un tanto a los tres minutos, lo más normal es replegarse. Pero no en un equipo de Jémez. Instalado en área madridista en los primeros compases, una acción repleta de velocidad pasó de Kroos a Bale y asistencia a Danilo que marcó el primero en el peor castigo.

El Rayo fue a por el Real Madrid y encontró rápido el premio. Un testarazo de Amaya a un saque de esquina, sin oposición y con Keylor Navas mal situado dentro de su portería, fue el empate. Jozabed llenó de orgullo a la barriada de Vallecas con otro remate a la red sin oposición. El lío ya estaba montado. La afición explotó. En una zona sin peligro, con exceso de ímpetu, entró en plancha, clavó los tacos en el tobillo de Kroos y se ganó la roja directa. Los nervios instalaron la falta de orden en el equipo de Benítez. En un gran centro de Danilo, Bale ponía la igualada con un preciso testarazo. El duelo murió a los 25 minutos. El colegiado Iglesias Villanueva vio un agarrón dentro del área de Baena a Ramos y le mostró con rigurosidad la segunda amarilla. El tanto de penalti de Cristiano y quedarse con nueve más de una hora, con 3-2 en el marcador, convirtió el sueño rayista en pesadilla. Bale se encargó de anotar otros tres goles más, al igual que Benzema que anotó un triplete. Cristiano también marcó uno más.