Hija de Zeus y Mnemósine, la musa Terpsícore, la que deleita la danza, lleva 30 años esforzándose por conseguir que Castelló sea un referente internacional y por lograr el sueño de contar con un conservatorio profesional para la provincia. La primera parte, con gran dedicación, la han conseguido al asentar una programación regular y una cita internacional presente incluso en publicaciones de Nueva York. La segunda, sigue durmiendo en el cajón de los proyectos olvidados de la Generalitat. «Sabíamos que no iba a ser rápido, pero no pensábamos que, tres décadas después, no contásemos aún con el conservatorio», se lamenta Gabriella Foschi.

Muchas son las personas que están detrás de la asociación cultural Terpsícore, pero sin duda es Gabriella la que ha sido capaz de mantener la danza en primera línea en tierras castellonenses. Con el apoyo de instituciones como la Diputación Provincial o el Ayuntamiento de Castelló y de entidades privadas como Cajamar o la Fundación Dávalos Flétcher, Terpsícore inició en 1992 las galas del Día Internacional de la Danza, siguió en 1995 con la convocatoria nacional, se unió al FIB cuatro años más tarde y comenzó, también en 1999, con una programación estable en el Teatro Principal.

Su perla es, sin duda, el Premio Nacional de Danza, con un jurado siempre de prestigio y unas becas que dan pie a que los ganadores tengan estancias en centros de referencia mundiales. «La pena es que todo este trabajo no esté acompañado por unas instalaciones que sí tienen Valencia o Alicante», se lamenta Foschi.

Lo cierto es que lo tuvieron muy cerca en la época de Manuel Tarancón como conseller de Cultura. Su sustituto en el cargo, Esteban González Pons, acabó por guardarlo todo en un cajón. «Ya pudimos mandarle más de mil firmas, que no hubo nada que hacer». El silencio es ya una constante desde el año 2004, pero Terpsícore no decae en el empeño. «No nos vale la excusa de la crisis; es una deuda que tienen pendiente con la provincia, asegura Gabriella Foschi, quien incluso apunta que «hay familias enteras de Castelló que se tienen que ir a vivir a Valencia para que sus hijos puedan formarse».

Ni un local en condiciones para bailar y ensayar, ni instalaciones adecuadas para hacer 'masterclass', ni nadie que fuese capaz de aprovechar la construcción del Auditori de Castelló para completarlo con un conservatorio. Pese a todo, la musa Terpsícore sigue creyendo en Castelló. «La danza es tan natural como la respiración y sigo insistiendo en la injusticia que supone para los jóvenes no tener a su alcance las oportunidades que se merecen. Esa es la diferencia de vivir la vida con satisfacción o con frustración y, por ello, vale la pena luchar».