Después de tantas cábalas, tanto cachondeito con la copa de marras y tanta chirigota mal cantada, tendría narices que el Villarreal se quede compuesto y sin Denises. En plural, entiéndase. Sin el que todavía está y sin el que se quería que viniese, que al final tendría narices la cosa. Tan felices como muchos nos las prometimos con las diabluras de uno por la diestra y las carreras del otro por la siniestra, porque eso sí que tenía pinta de ser una pinza en condiciones. Y no la Aznar y Anguita en los 90.

Vaya por delante que a esta hora no existe certeza de que será lo que finalmente vaya a deparar el mercado, pero nadie esconde que las sensaciones, a raíz de las informaciones que nos van llegando, no son las mejores al respecto. Y la verdad es que la faena puede ser gorda para el Villarreal si el tiro finalmente sale por la culata. Una putada en toda regla, vamos, si el Madrid no deja que llegue el ruso y el Barça acaba por llevarse al gallego. Especialmente por lo segundo, porque mas vale pájaro en mano que ciento volando y ante el Real Sociedad, con sus dos goles, confirmó lo que ya venía apuntando desde hacía muchos partidos: Que esta temporada es el único jugador en línea de desequilibrio que realmente hace honor a que le demos ese nombre.

Sea como fuere se abre un escenario complicado del que el habrá que ver hasta que punto el Villarreal tiene la sartén por el mango para sacar provecho o, en el peor de lo casos, para quemarse con la decisión que adopte. A nadie escapa que lo ideal sería la opción mas complicada, poco menos que imposible a día de hoy y al que se aspiraba en el club de la plana: Contar con los dos. A partir de ahí viene aquello de si preferimos aquello de «que me quede como estoy», o cambiar la llegada de uno por la marcha del otro. Y podemos abrir el juego de los gustos, apuestas y pros y contras, pero la única realidad es que el club hará lo que pueda. Y

existe el peor de los escenarios posibles con la marcha de uno y la no llegada del otro. Lo cual obligaría a fichar si o si a alguien que no fuese Cheryshev, con el riesgo implícito que los refuerzos navideños implican y que todos damos por hecho que el ruso es la única llegada que minimizaría dicho problema: Campbell es el último ejemplo fehaciente de que ni el nombre, ni la fama , ni el club de procedencia aseguran el éxito del llegado en cuestión.

Con este panorama hoy tenemos fútbol en Nochevieja. Con la muchachada preparando el botellón, otros tanto marchándose con sus familias fuera y las señoras en la peluquería, a uno le queda la duda del ambiente que se va a vivir esta tarde en El Madrigal. Lo que sí es seguro que no será el que un Villarreal-Valencia, que no deja de ser un partido de órdago, hubiera tenido en cualquier otra fecha más lógica. Antes, en la ciudad deportiva, Roig dirigirá el brindis de año nuevo. Será la primera vez que alguien pueda decir aquello de esta boca es mía al respecto del tema anteriormente tratado, y que tengamos algún halo de luz al respecto. Si es que es posible tenerla a estas alturas de la partida o si las posturas son suficientemente concluyentes al respecto. Al final la cosa va de parejas. En tres meses hemos pasado de hablar de los Samus a hablar de los Denises.