l Real Madrid, que es el mejor club del mundo, que tiene el mejor equipo del mundo (su nuevo entrenador Zidane, dixit) acaba de comportarse como cualquier otro del mundo, mucho más pequeño y miserable. Al presidente, entrenador y hacedor de la plantilla del equipo no le gustó que su equipo empatara en Valencia, tal que si el titular del cap i casal fuera un equipo cualquiera, de cualquier barrio de cualquier ciudad, y lo puso en la calle de manera inmisericorde. La noticia, por esperada dada la personalidad del omnipotente presidente, no ha sorprendido a nadie, mucho menos a los periodistas de la capital, que con tal de vender periódicos son capaces de llorar tal que plañideras cuando el Madrid pierde.

Todo empezó cuando ocurrió lo que ocurrió en Cádiz, fruto de la formidable organización del mejor club del mundo y que acabó con la eliminación del Madrid de la Copa del Rey, por alineación indebida de Cheryshev. La culpa fue del tren, es decir del Villarreal, que habiendo tenido al jugador la temporada de antes, no avisó al Real Madrid de que el hispano-ruso tenía una sanción pendiente. Después de aquello vino la derrota de los madridistas en El Madrigal y un poco más tarde que el Villarreal vaya pisándole los talones en la clasificación del campeonato de liga. El submarino ha venido a transformarse en una manera de garbanzo crudo y seco en el zapato que no hay manera de sacudirse de la planta del pie derecho del empresario-presidente-mándalotodo. Zinedine Zidane, probablemente el futbolista más respetado de la historia del Madrid, incluso fuera del madridismo, ha aceptado meterse de hoz y coz en el avispero. Ni tiene un currículo como entrenador tal que el cesado Benítez, ni tampoco su experiencia, los egos del vestuario del Madrid son de toma pan y moja y el Villarreal no va a servir de excusa cuando llegue la hora del relevo de Zidane, que llegará.

Entretanto el Villarreal ganó su partido en A Coruña y por lo que uno leyó, ganó porque le había tocado la lotería sin haber hecho mérito alguno. En realidad ganó porque mientras el submarino marcó dos goles y el Deportivo solo consiguió uno. Al corresponsal le hubiera gustado que el penalti pitado en los últimos segundos hubiera sido en la otra área, hubiera ganado su equipo contra un Villarreal pletórico, puesto que una victoria ante un gran equipo tiene más mérito. Punto y seguido.

Ahora mismo el Villarreal tiene treinta y seis puntos en la recámara y los próximos dos partidos los ha de jugar en casa. Abierto el plazo de poder adquirir algún refuerzo, tiene una idea fija en la cabeza, esa idea se llama Cheryshev , es jugador del Real Madrid y no es probable que el club de Florentino Pérez dé facilidades dadas las circunstancias producidas por el afaire de la Copa del Rey y la derrota del Real en el partido jugado en Liga.

El cambio de entrenador no facilitará las cosas porque el Madrid querrá saber, antes, lo que su nuevo entrenador piense respecto de la necesidad, o no, de que el hispano-ruso se quede en la plantilla y el tiempo para poder fichar se acabará pronto. El Vila-real necesita el refuerzo y al Madrid venderlo o no, no le da ni frío ni calor. O sea que complicado.

Añadir, porque es pertinente, que al Villarreal le hace falta dinamita delante, y no hay más que ver el número de goles cobrado hasta ahora, algunos de los cuales han sido marcados por Bruno, uno de los jugadores peor tratados por el seleccionador Vicente del Bosque, pese a ser uno de los futbolistas con mayor talento en su puesto del fútbol español. Y no lo digo yo, lo ratifican periodistas españoles que poniendo voz en las transmisiones televisivas afirman, exactamente, lo que uno acaba de registrar.

Con el rendimiento cobrado en lo que va de temporada los aficionados tienen derecho a ilusionarse con una temporada histórica, lo que no es en absoluta una exigencia —faltaría más— pero el derecho a soñar despiertos tiene su razón de ser.