Es cierto que queda mucha Liga por delante, 13 jornadas, esperemos que muchos partidos también de Europa League hasta que acabe la temporada, y está claro que muchas cosas pueden cambiar de aquí al 15 de mayo, pero lo que es evidente es que hay que estar orgulloso de este Villarreal, un Villarreal que está demostrando ser de Champions. Lo hace día a día, jornada a jornada, reinventándose, adaptándose, imaginándose de mil y una maneras diferentes con el fin de explotar al máximo sus limitados recursos para a la postre, situarse a la par de los grandes a nivel nacional. Quién le iba a decir al Villarreal de Marcelino que a 23 de febrero iba a estar a tocar de manos de la Liga de Campeones.

Y quién le iba a decir que estaría capacitado para pelear de tu a tu con el Nápoles, uno de los cocos a nivel internacional, en competición Europea. Ni los más optimistas del lugar pensaban que este Villarreal iba a ser capaz de codearse con ciertos equipos y más tras las salidas en verano de jugadores como Vietto, Gio, Uche, Cani, Cheryshev, Campbell o Gerard Moreno. Ver para creer. Una vez más el submarino se ha transformado y no con el fin de sobrevivir sin más sino con el de pervivir más fuerte incluso que en el pasado. Y lo está haciendo de una manera sorprendente.

Este equipo ha sido capaz de ganar en El Madrigal a Málaga, Valencia, Real Madrid, Sevilla, Atlético y Athletic, al tiempo que ha empatado en San Mamés y en el Calderón, y ha ganado en la Rosaleda. Resultados que le aúpan de manera merecida hasta la cuarta posición con ocho puntos de ventaja sobre el Sevilla y 13 puntos sobre el Eibar, siendo a día de hoy el único equipo terrenal capaz de mantener con la mayor dignidad el pulso por los puestos de honor de la Liga con los tres grandes del campeonato nacional.

Y todo ello sin tener el motor a tope de revolución. Qué sería de este Villarreal con un Roberto Soldado en sus números goleadores de antaño, con los Samus rindiendo al nivel esperado desde el arranque del campeonato, con un Adrián López sin lesiones, con un Musacchio a tope desde agosto, con un Bailly recuperado del hombro o con Jokic rindiendo a un nivel normal. No quiero ni pensarlo.

Aun así, que sin todos estos factores el Villarreal esté ahí... deja evidente que que se trata de un equipo Champions. Sino que se lo digan al Nápoles de Higuaín. Mucho tendrán que remar para eliminar al Villarreal de los intratables Areola, Mario, Musacchio, Víctor Ruiz, Costa, Bruno, Trigueros o Denis Suárez.

Ellos son el alma de un submarino, que junto al resto de jugadores y cuerpo técnico, están convirtiendo a este equipo, en un equipo Liga de Campeones.