La imagen de Bruno agitando los brazos y con un gesto de desesperación en el rostro resume el duelo de ayer. El Villarreal, siempre incómodos e imprecisos, pusieron fin a su racha de 14 partidos sin perder ante el rival menos esperado. Las Palmas venció en El Madrigal, donde nadie ganaba desde octubre, y frena las aspiraciones del submarino al que el Madrid se le escapa a cinco puntos. Un frenazo en toda regla para un equipo que vio cómo también su racha de seis partidos sin encajar tanto tocaba a su fin. El único consuelo es que el Sevilla, próximo rival amarillo, empató en Getafe y se queda a ocho puntos.

Y es que volvió a las andadas el Villarreal en la tarde de ayer. Los amarillos se parecieron peligrosamente al equipo gris y atascado del mes de octubre, incapaz de superar el entramado defensivo planteado por un Quique Setién valiente, que no renunció a plantarle cara al equipo de Marcelino. Con un Bruno espeso en la medular, incapaz de generar juego, el submarino confiaba en su plan habitual para adelantarse a Las Palmas. El Villarreal se limitaba a contemporizar, a cubrirse las espaldas a la espera de una contra que noquease a su rival.

Casi logró cumplir la hoja de ruta en una ocasión que malogró Soldado. Fue en el minuto 25, en el primer acercamiento con peligro de los castellonenses a la meta de Javi Varas. El valenciano recibió una asistencia fantástica de Adrián López y, en un chispazo de genialidad, se inventó una vaselina para superar la salida de Varas. Pero la pelota se resistió a entrar, no quiso hacerle ese favor al Villarreal, y se marchó cerca del palo derecho de la meta visitante.

Sirvió este aviso para que espabilase Las Palmas. Poco se parece este equipo alegre y descarado al timorato y deprimido que recibió al Villarreal en el estadio de Gran Canaria. En una salida a la contra, iniciada por Jonathan Viera y prolongada por Nili, William José puso a prueba a la defensa amarilla. Mario envió el esférico a saque de esquina, tras el disparo del brasileño. Pero esto era el prólogo del gol. Botó el córner de forma envidiable Viera y David Gómez, en su estreno goleador en Primera con 34 años, ejecutaba un testarazo imparable que se colaba cerca de la escuadra derecha de Areola.

Se sumió el Villarreal en un estado de confusión del que desconocía cómo salir. Soldado comenzaba a desquiciarse con la marca de Lemos y ni Castillejo, ni Denis Suárez mostraban capacidad de desborde como para cambiar la situación.

Se aprovechó de este hecho Las Palmas, que rozó el segundo tanto antes del descanso. Un disparo de William José y un remate mordido de Viera, tras una buena jugada colectiva de los canarios, prolongaban. Por su parte, el Villarreal continuaba en estado comatoso, buscando recuperar el aliento ante la asfixia continuada que sufría su juego.

Asedio sin premio

Marcelino no optó por ser conservador. Había visto que su equipo sufría un problema en la zona de ataque y por eso dio entrada a Baptistao justo después del descanso. Además, no quiso esperar mucho y, en el minuto 71, ya había dado entrada también a Bakambu y Manu Trigueros. Consiguió el Villarreal, por nombres y empeño, dominar la contienda, pero su asedio a la meta de Varas era infructuoso.

El submarino se mostraba confundido, incapaz de lograr el pase final que condujera al empate. Con el paso de los minutos, Las Palmas se encastilló en su área y el Villarreal rondaba un tanto que no llegó. También es cierto que, hasta que no entró Bakambu, el equipo amarillo no puso en serios aprietos a su rival.

El congoleño repitió escena con Adrián Marín en dos ocasiones. Centro desde la izquierda, cabezazo sin oposición y el esférico se marchaba fuera. También reclamó Soldado un penalti, a cinco minutos del final por un forcejeo en el área con Garrido. El defensa entró con tanto fuerza que derribó al valenciano. Aunque, la más clara de la segunda mitad la tuvo Denis Suárez. El gallego enroscó un duro disparo, en una jugada embarullada, que exigió una gran parada a Varas para que no llegara la igualada.

Las Palmas, por su parte, iba a lo suyo. Se defendía con los dientes apretados y estuvo cerca de sentenciar en alguna contra. Araujo perdonó el 0-2, tras una mala cesión hacia atrás de Adrián Marín. Pero, al final, no fue necesario ese tanto y el rival más inesperado ponía fin a una racha de récord de partidos sin perder que ya se antojaba infinita.