Hace unos días decenas de vecinos de la Vall d'Uixó fueron testigos de un suceso que si bien no es extraño en municipios cercanos a zonas montañosas, sí que sobresaltó a muchos conductores que accedían al centro a través de la avenida Europa cuando se cruzaron con un jabalí.

A pesar de que el tamaño del animal era mediano, se calcula que pesaba entre 30 o 40 kilos, cuando un ejemplar adulto puede superar los 120, su presencia no pasó desapercibida. Incluso algunos viandantes se atrevieron a realizar fotografías que pronto comenzaron a circular por las redes sociales y los grupos de whatsapp, como suele suceder en estos casos. Cuando se dejó ver de forma más evidente, el jabalí se encontraba en los alrededores del polígono La Vernitxa, junto a un concesionario de coches y una tienda de muebles.

Las primeras especulaciones apuntaron a la causa más habitual en cuanto a presencia de animales salvajes en zonas urbanas se trata, buscaba comida y agua. Pero lo cierto es que las razones que hay detrás son bien distintas, tal como confirmó ayer el presidente de la Sociedad de Cazadores La Perdiz de la Vall, Jesús Martínez.

Criados a biberón

La historia del jabalí que se perdió en la Vall se remonta bastante tiempo atrás, cuando un vecino del municipio encontró a dos pequeños jabatos, un macho y una hembra, y decidió cuidarlos. «Los crió a biberón», explicó Martínez, «y los instaló en un vallado que tiene en su granja», muy cercana a la zona del cementerio. Al parecer, ambos ejemplares estaban prácticamente domesticados. Cuando el hombre que los crió se acercaba «y les silbaba, ellos acudían enseguida porque sabían que les iba a dar de comer».

Pero un día, hace aproximadamente una semana, cuando silbó no obtuvo respuesta, «lo que le extrañó mucho» relató Jesús Martínez. Cuando se acercó al vallado donde estaban los jabalíes comprobó que «estaba cortado», lo que identificó de inmediato con un sabotaje intencionado. De hecho, el presidente de la sociedad de cazadores apuntó que su principal sospecha es «que algún ecologista radical entró y cortó la valla para liberar a los jabalíes». Aunque estos hechos no están probados, lo que sí parece indiscutible es que alguien rompió el cercado a propósito. La razón para hacer algo así podría ser que los animales vivieran en libertad, pero el resultado fue bien distinto.

Jesús Martínez confirma que no se sabe nada del macho, pero la hembra se dirigió hacia el casco urbano.

Asustada por la presencia humana, según explicó Martínez, la jabalí «se escondió en una finca cercana al cementerio que está vallada, por lo que debió de sentirse segura». El animal permaneció allí varios días porque tenía alimento, hasta que su propietario, junto a tres o cuatro amigos, acudieron a la zona con una red para intentar cogerla «pero fue imposible».

El desenlace de la historia del jabalí perdido no ha podido ser más triste, porque ante las dificultades para rescatarla con vida, tuvieron que acabar con ella, con el consiguiente disgusto para quien la rescató de recién nacida, que hizo todo lo posible por evitar este final, aunque fue la única salida, porque "un animal de este tamaño es un peligro en un entorno urbano, sobre todo para los coches, porque si alguno lo atropella pueden producirse daños considerables».

Jesús Martínez señaló que, aunque no es raro que los jabalís aparezcan en entornos urbanos en épocas de escasez de alimento o agua, las últimas lluvias y la buena cosecha de aceitunas, bellotas y almendras, retiene a los jabalís en su entorno natural. Además, informó de que en el último año se han hecho hasta 4 batidas para controlar la población de estos ejemplares, todas con autorización de la Conselleria de Medio Ambiente, dado que si abundan y se acercan a las fincas de cultivo «los daños que producen son considerables».