El domingo, mientras esperaba junto a Denis Suárez en la zona mixta del Madrigal, el paso del director de Carrusel Deportivo, Jesús Gallego, para entrevistar al que fue sin duda el protagonista del encuentro, tuve el placer de hablar de manera distendida con un chico reservado, un jugador al que no le gusta ser protagonista más allá de los terrenos de juego, del que me atrevería a decir que atiende a los medios con mucho respeto y amabilidad, aunque manteniendo las distancias, a la espera de cualquier pregunta un tanto malintencionada. Un futbolista diferente, de los que prefieren mostrar su carácter con el balón y no tanto ante un micrófono de radio o de televisión, salvo que tenga mucha confianza con el periodista. Un jugador tranquilo, pero que sin embargo, con apenas 22 años, se ha convertido a la sombra de los Bruno, Soldado o Bakambu en pieza fundamental en el éxito del Villarreal 2015-16. Un pelotero por el que apostó claramente el Villarreal de Marcelino, una vez sabido que no iba a contar con excesivos minutos en el vigente campeón de Europa League y que sin duda se ha convertido en un baluarte que el Barça no quiere dejar escapar ni un año más.

Con Denis Suárez hablé durante unos minutos entre bambalinas y me sorprendió. Denis está a un paso del Barça, es líder en el Villarreal, y sigue siendo un chico normal, algo que por desgracia empieza a ser poco habitual en este adinerado mundo del fútbol. ¿Y de qué hablamos?, se preguntarán. Más allá de los piropos por el gran partido disputado y de los alardes por el gol, hablamos de motos. Sí, señor, de motos. Yo fui el primer sorprendido. No pensé que Denis Suárez fuese amante del motor. Pues sí, sí lo es. Y más concretamente del mallorquín Jorge Lorenzo. ¿Será porque ambos son del Barça, más allá de mantener cada uno su especial cariño por el Celta y el Mallorca respectivamente? Vete tú a saber.

«¿Cómo va la carrera de Moto GP?», me preguntó abiertamente tras responder a un sinfín de preguntas sobre el partidazo que se acababa de marcar. «¿Tú eres de motos?», le pregunté. «Soy de Jorge Lorenzo», contestó. Me reservé que yo era más de Marc Márquez, como lo fui en su día de Gibernau o de Crivillé, aunque supongo que eso poco importaba.

Lo que más me llamó la atención es que admirase a un tipo tan distinto a él en lo referente al carácter. Lorenzo siempre ha destacado por su afán de protagonismo, por su punto de gamberro y de chulería, por su temperamento y seguridad. Yo hacía a Denis más de Márquez o Pedrosa en este sentido, campeones, con otro estilo. Sin embargo no es así. Denis es un tipo que sorprende, y supongo que lo hace porque tiene todavía mucho que mostrar. Algún día lo conoceremos en profundidad y descubriremos facetas inexploradas de un jugador que está llamado a hacer grandes cosas en el mundo del balón, como Lorenzo lo está haciendo en el mundo del motor. Un futbolista que llama a las puertas de la selección, incluso de cara a la Eurocopa y que por desgracia cambiará de colores como el piloto mallorquín a final de temporada. Uno rumbo a Ducati, el otro al Barça.