Cambiando Segunda B por Tercera División, las Canarias por las Baleares, la primera década del presente siglo por la segunda y las bajas en la defensa por las bajas en la delantera, el albinegrismo afronta la vuelta de la eliminatoria con la Peña Deportiva ibicenca con un feliz precedente en la retina. El año del ascenso a Segunda División B, en la temporada 2004-05, el Castellón tuvo que superar un obstáculo similar al actual. Tras empatar sin goles en Castalia se jugó la gloria a domicilio contra el Universidad de Las Palmas. Allí, los goles de Xavi Molist y José Mari voltearon el inicial del conjunto local y plantaron a los albinegros en la eliminatoria decisiva frente al Zamora.

Los héroes de aquel día, Xavi Molist y José Mari, compartieron habitación en la previa en el hotel Tryp Iberia. «No lo recordaba», confiesa Molist, ahora jugándose el ascenso a Tercera como entrenador de la Unió Atlètica d'Horta. El delantero catalán reivindica la valía de aquella plantilla que pocos esperaban que subiera. «Yo llegué en febrero. Decían que éramos el peor equipo de los once años de Segunda B», desliza, «pero luego el play-off hay que jugarlo, y supimos competir. Defensivamente éramos un equipo muy consistente y esa fue la clave».

El Castellón que Álvaro Cervera heredó de Javi López mantuvo la puerta a cero como local en las dos eliminatorias. Consiguió marcar a domicilio. «La Universidad de Las Palmas solo había perdido un partido en su casa en todo el año», apunta, «y a nosotros nos costaba mucho fuera de casa». Allí se plantó el Castellón con Espeleta de central improvisado, por las bajas. «Encima por un error nuestro nos fuimos al descanso uno a cero». Pero aquel Castellón estaba acostumbrado a sufrir. «Lo hicimos todo el año. El gol de Loscri al Peña Sport en el último minuto de la última jornada. El partido contra el Girona que tengo que tirar un penalti tres veces. Sufrimos hasta el final», remarca Molist.

El Castellón llegó, pues, a Las Palmas rodeado por las dudas. Tras el partido, el entrenador Álvaro Cervera se reivindicó. «Hasta ahora, yo era uno de los pocos que creía en este equipo», dijo, «y a partir de ahora ya empiezan a vernos como favoritos para subir». En la siguiente, con la misma receta de portería a cero en casa y gol a domicilio, alcanzó el anhelo del ascenso. «Entramos en el vestuario en Las Palmas, después de superar ese escollo, convencidos de que subíamos», sentencia Molist.

«Ahora lo tienen un poco mejor, al ganar en la ida, pero no deben confiarse». La primera parte está hecha. «Marcando un gol estaría casi asegurado», concluye.