El obispo de la diócesis Segorbe-Castelló, monseñor Casimiro López Llorente, presidió ayer la celebración de la patrona de la diócesis, la Virgen de la Cueva Santa. Aunque, como cada año, se celebra esta jornada, lo cierto es que desde el pasado año 2011 la diócesis de Segorbe-Castelló no tiene patrona. Fue este año cuando fue robada la talla original de yeso y el relicario de plata de la virgen del altar mayor del Santuario de la Cueva Santa, ubicado en la localidad palantina de Altura. Cinco años después de esta misteriosa pérdida, la diócesis sigue sin encontrar los objetos sagrados que fueron robados.

Esto no impidió, como ha venido sucediendo en los últimos años, que el obispo celebrara la eucaristía en este lugar y en honor a la Virgen de la Cueva Santa. Durante el oficio de ayer, monseñor presentó el objetivo pastoral de la diócesis de este año, y para ello, se centró en la parábola del hijo pródigo o el padre misericordioso, de forma que el centenar de fieles que se encontraba allí reunido, «experimentara la misericordia».

Monseñor Casimiro López Llorente explicó que había veces en las que se confundía «la misericordia con una fe barata, que todo vale porque al final se perdona». Y puntualizó, «pero no, Dios no se nos impone». El obispo prosiguió afirmando que «nos ha hecho libres y responsables, y nos ofrece su vida para tener un horizonte en nuestra existencia». Por eso, prosiguió, «es necesario iniciar el camino de regreso a Él; como el hijo pródigo, que entró en sí, dejó que surgiera la contrición y el dolor, y así pudo volver al Padre y experimentar la alegría».

El obispo, finalmente, concluyó el oficio invitando a los asistentes a vivir este curso que comenzaba «haciendo comunidades fraternas y evangelizadoras», detalló monseñor.