Tres siglos de historia de un inmueble singular como el Palau Municipal de Castelló dan para una lógica degradación del edificio. La propia climatología o el efecto de la contaminación de cualquier ciudad son elementos que siempre inciden en los monumentos. Y a ambos se une en numerosas ocasiones la presencia de las palomas, que generación tras generación están presentes junto al ayuntamiento de la capital de la Plana y que llevan años considerándose un serio problema de contaminación para toda clase de mobiliario urbano.

El proyecto de rehabilitación de las fachadas del Palau Municipal, que salió a licitación el martes por más de 470.000 euros, contempla un lavado de cara que, entre otras cuestiones, pretende buscar una solución a las deposiciones de las palomas en cualquier punto del inmueble.

La memoria del proyecto, elaborada por el arquitecto municipal, recoge el «ataque biológico» que provoca la acumulación de heces de palomas. Su alto contenido en nitratos y ácidos digestivos hacen que sean un elemento más de degradación de la fachada, junto a la propia de la climatología y de la contaminación que, durante años, ha provocado el tráfico rodado.

En este estudio el arquitecto observa que, desde el punto de vista estético, se ha degradado también el sistema instalado en la actualidad para evitar el posado de las palomas, que está colocado sobre todo en ventanales y cornisas a base de módulos de policarbonato con pinchos de acero.

La solución que propone ahora el arquitecto municipal es colocar «un nuevo sistema a base de electro-repulsión de aves mediante la emisión de impulsos eléctricos, de muy bajo o nulo amperaje con el objeto de no provocar ningún daño a las aves». Este método seguiría coordinándose con «nuevas pletinas y módulos aislados de policarbonato transparente y pinchos de acero inoxidable».

Efecto disuasorio

Según los estudios que aporta el técnico municipal, el efecto disuasorio del sistema de electro-repulsión «es altamente efectivo ya que las palomas, al intentar posarse, perciben una pequeña corriente que les incomoda sin ocasionarles daños y, al mismo tiempo, provoca que no vuelvan a intentarlo en ese lugar». Además, subraya la ventaja del «escaso impacto visual» de un sistema que, según las estimaciones, tendría un presupuesto superior a los 14.000 euros.

Lo cierto es que los materiales pétreos de las fachadas presentan un alto grado de deterioro y varias patologías, más percepctibles en las cornisas y en pilastras decorativas, que han llegado a sufrir pérdidas de algunas piezas. Junto al problema de las deposiciones de las palomas están «la contaminación atmosférica, la cercanía al mar y la lluvia ácida», algo que ha comenzado a reducirse los últimos años gracias, sobre todo, a la peatonalización de las calles del entorno, que culminó en 2003.