Cuando Marcelino fue cesado el pasado 10 de agosto, uno de los banquillos más apetecibles de Primera División quedó libre. Muchos fueron los nombres que sonaron para hacerse con el caramelo que Roig ofrecía por sorpresa. Desde Pellegrini, pasando por Caparrós o el omnipresente Míchel, muchos fueron los nombres que colocaron y se ofrecieron para entrenar a una de las mejores plantillas de la categoría, con opciones incluso de disputar la Liga de Campeones. Sin embargo, un hombre se llevó el gato al agua, sin hacer ruido, desde la sombra, tapado por otros mucho más mediáticos. Fran Escribá fue el elegido para ocupar el puesto que debaja el asturiano.

Muchos me dijeron que su contratación era un error. ¿Cómo un técnico que solo había dirigido a Elche y Getafe en Primera podía ser el próximo entrenador del submarino? ¿Cómo un tipo al que habían echado del Getafe la temporada anterior podía recibir el premio de ser ahora entrenador Champions? ¿Cómo un técnico que no tenía el carácter de Marcelino podía controlar un vestuario revolucionado como el amarillo? Era un error, me repitieron varias personas de mi entorno de las que no diré nombres.

Hasta hubo quien me aseguró que Escribá llegaba al submarino porque era íntimo de Roig. Un poco más y lo cuelgan antes de sentarse. Siempre es bueno escuchar, pero es mejor juzgar por uno mismo. De hecho críticas similares escuché con la llegada de Marce y solo hay que ver qué hizo con el Villarreal, el que no valía para el puesto. Escribá, fiel a su estilo, sin hacer mucho ruido, pero trabajando al máximo, tuvo que afrontar una previa de Champions en la que poco más le quedó que confiar en el rendimiento de una plantilla mermada por las bajas, ante un Mónaco al que todo el mundo tildó de marioneta y que a día de hoy es segundo en la Ligue 1.

Cayó. Sí, pero con la cabeza alta. Y dio la cara, siempre amable y cercano, cosa que es de agradecer. Sabía que pasar era una lotería. Era a partir de ese momento cuando él podía empezar a trabajar. Y desde que lo hizo han cambiado muchas cosas. Este Villarreal no sabe lo que es perder en Liga, tras seis jornada ya ocupa puestos Champions, y hace sentir el aliento en la nuca a los tres grandes de la competición: Real Madrid, Barça y Atlético. Todo ello sin olvidar que mereció más ante Granada y Sevilla, por lo que podríamos estar hablando incluso de liderato a estas alturas de competición.

Escribá ha logrado en apenas un mes dotar a un Villarreal con automatismos aprendidos de una serie de recursos que antes no tenía, alternativa en el sistema, más balón y combinación, fórmulas con las que en el pasado ya se logró grandes resultados, sin olvidar todo lo bueno trabajado Marcelino. Es evidente que es pronto para juzgar a Escribá, para lo bueno y para lo malo, pero también es evidente que día a día, sesión a sesión, en contra de lo que dicta su apellido, va escribiendo su propia historia. Lo tiene todo para triunfar. Lo deseo lo mejor. ¡Suerte, míster!