Los aspavientos de Bruno y sus continuas indicaciones expresan muy bien el actual estado del Villarreal. Los amarillos han perdido la magia y, aunque se afanan por reencontrarla, se pierden en las dudas y se enredan en la impotencia. El Alavés, con su descaro y una fantástica primera mitad, tumbó al equipo castellonense por primera vez en su estadio en esta Liga. La Champions ya queda por encima del Villarreal que debe buscar los porqués de una racha que suma cuatro derrotas en los últimos seis partidos.

El Villarreal descarriló, con todo lo que ello supone, en el primer acto. Tras unos minutos de tanteo, el conjunto de Fran Escribá se evidenció confundido, atenazado por unas dudas crecientes, de lo que se aprovechó un Alavés que, a pesar de haber ganado un sólo encuentro de los seis anteriores, hizo del atrevimiento su bandera.

Apostó el técnico del submarino por su once habitual en la competición liguero, pero introdujo la variante de Pato por Bakambu como referencia ofensiva. Un cambio que no incrementó el potencial de un Villarreal que, desde hace unas semanas, parece grogui, incapaz de encontrar la intensidad y la claridad combinativa que había guiado al equipo en el arranque competitivo.

Los dos tantos del Alavés demuestran la actual empanada que afecta a este equipo. Primero, en el minuto 8, un preciso centro de Edgar lo remató Deyverson sin oposición en el corazón del área. El balón mordió la madera y el rechace lo recogió Ibai para batir a Asenjo desde cerca. La defensa amarilla se limitó a observar la jugada cual invitado de piedra, como si la función no fuese con ellos.

Diez minutos después, el despropósito todavía fue mayor. Un balón largo se convirtió en una maldición para Musacchio. El argentino fue incapaz de ceder a Asenjo para que despejara. Camarasa se echó a la yugular para robar el esférico y volver a anotar en la portería de Asenjo.

La primera ocasión de Castillejo, que en el minuto 3 estuvo cerca de marcar con un duro disparo, se convirtió en un espejismo en el desierto. Los amarillos se sumieron en el pánico y, mientras la defensa se veía desbordada por un Alavés que buscaba incrementar la ventaja, los hombres ofensivos como Pato, Sansone o Soriano se mostraron inéditos.

Un Ibai desatado, en los minutos 28 y 34, contó con dos oportunidades para marcar el tercero. Primero con un disparo desde la frontal, tras la pelea de Deyverson, y posteriormente después una jugada combinativa que acabó con un globo del brasileño para que el ex del Athletic le exigiera a Asenjo una parada de mérito.

Lo peor era que el Villarreal, cuando despertaba del letargo, llegaba a la meta de Pacheco con peligro. Pero eran chispazos sin continuidad. Castillejo y Mario tuvieron dos disparos desde la derecha, en el interior del área, y Musacchio perdonó con un remate, después de un saque de esquina, que se marchó alto.

Asedio sin premio

Espabiló por obligación el Villarreal que había escuchado como la afición le despedía, en el primer acto, con silbidos. Pero el asedio amarillo no encontró premio y los amarillos vieron esfumarse el segundo tiempo sin anotar. El Alavés ya había hecho lo que debía y el equipo de Pellegrino juntó líneas para aguantar la tormenta que se avecinaba. Dio un paso adelante el Villarreal, al mismo tiempo que los vascos lo daban hacia atrás. El submarino acumuló ocasiones. Disfrutó de una serie de faltas en el borde del área y Trigueros, Pato y Cheryshev, que sustituyó a Soriano, incrementaron el agobio sobre la meta de Pacheco.

Pero al equipo de Escribá le faltaba un equilibrio y una paciencia que las entradas de Bakambu y Jonathan no consiguieron darle al equipo amarillo. El Alavés gestionó la ventaja y terminó desquiciando a un Villarreal hundido en su propia impotencia. Toca lamerse la heridas, reflexionar sobre lo que pasa y buscar levantar la cabeza cuanto antes.