Mira que han pasado cosas desde mi última comparecencia escrita, pero ha faltado la única que anhelamos. Digo del anuncio definitivo del Ayuntamiento de Castelló de expulsar a David Cruz de Castalia, porque argumentos legales y morales no le faltan. Y ni por asomo se pronuncia la alcaldesa, y menos aún el presidente de la diputación, que parecen fiarlo todo a la aparición estelar, milagrosa incluso, de un comprador de acciones en la, por cierto, indefinida ampliación de capital social, con una oferta pongamos por caso de Jordi Bruixola, por mentar uno de los rumores que sostienen la fe de la sufrida afición y alimentan la inacción institucional. Mientras Amparo Moliner y Javier Marco, que tanto monta, siguen sin atender la llamada del pueblo que les votó, tendremos que ocupar el espacio de hoy en repasar las novedades de esta semana, con la promesa de que resta toda la vida por delante para denunciar y pedir responsabilidades por omisión a aquellos que quieren gobernarnos.

Y eso que me las prometía muy felices cuando Sentimiento Albinegro aprobó en la asamblea de accionistas minoritarios una demanda para reclamar la administración judicial. Que Cruz no es de fiar lo sabemos todos, aunque lo padecen de manera especial técnico, jugadores y demás acreedores. Se trata de que el juez le aparte de la gestión de la empresa ante el peligro de disolución que acarrea su sola presencia, y por supuesto tutele esa ampliación de capital que supone nuestro salvavidas.

Por si no fuera suficiente, solicitan al juez que embargue las acciones de Castellnou como pago de la fianza de 7 millones de euros que ha dictado en la causa por administración desleal de la sociedad anónima. Recurso pendiente al margen, son dos movimientos de ajedrez y una demostración de que querer es poder. Pese a la desesperante falta de medios, de dinero y de tiempo, Sentimiento ha sabido ocupar el vacío dejado por las instituciones en la obligada persecución a los culpables de tantas miserias como nos constriñen. Mi enhorabuena va unida a mi profunda admiración por su abnegado trabajo y sacrificio, no siempre bien entendido, y al margen de egos y luchas intestinas en las que siempre ha vivido instalada la hinchada albinegra.

Pero ese adn cainita se aparcó el sábado por unos momentos. No se trata ahora de evaluar la manifestación contra el presidente en razón directa del número de asistentes, por mucho que la lluvia y el frío ya refuerzan el mérito de la participación. Para mí lo importante fue la demostración de que existe algo que nos une e identifica, por encima de protagonismos banales. Sólo las grandes crisis propician que afloren nuestras mejores virtudes, y esta afición ya lo ha demostrado durante el largo calvario al que le han sometido Osuna, Blasco, Jiménez y, ahora, Cruz. Dicho lo cual, y sin menospreciar cuantas convocatoriashagan falta para visibilizar nuestro inconformismo, sigo echando en falta un objetivo contra el que dirigirnos. Nadie creerá que Cruz se irá porque se lo pidamos. Por eso las protestas deben exigir ese liderazgo que nos guíe y sea capaz de asumir la creación de esa Fundación que en otros lares se ha convertido en la vía para canalizar los ingresos que genere la ampliación de capital y el fútbol base, custodiarlos para que su destino sea el adecuado y no el bolsillo del presidente.

Sin políticos de altura, en tiempos hubiéramos apelado a los Veteranos del CD Castellón, aquellos que en su día bañaron con su sudor las páginas más gloriosas de nuestra historia. Pero hoy parecen secuestrados, cuando no compañeros de cama. Son los mismos que en su día abogaron por una refundación que enterraba al club que les amparó en su momento. Ya va siendo hora de que los ex futbolistas -como los políticos- se manifiesten y todos sepamos quién milita en cada bando.