Trabajar bajo la «presión» que implica facturar determinados porcentajes mínimos al mes e «infravalorados» desde el punto de vista salarial y de toma de decisiones. Es el panorama laboral al que se enfrentan las nuevas generaciones de profesionales de la odontología, y que han compartido en una jornada organizada por la Comisión de Jóvenes Dentistas del Colegio Oficial de Dentistas de Castelló (Codecs). En ella también han puesto de manifiesto el «dilema ético» que supone ejercer su profesión desde el prisma mercantilista que aplican determinados centros, y han reclamado más regulación para atajar estas prácticas.

Las grandes cadenas de clínicas dentales emplean en la actualidad a un buen número de egresados, para quienes abrir su propia consulta es hoy por hoy un plan de futuro muy a largo plazo, y es en algunas de ellas donde, según afirman los jóvenes profesionales, se concentra la precariedad que sufren. «Como acabas de terminar tus estudios, aunque tengas una carrera de cinco años y un máster de tres, abusan a la hora de contratarte», explica una ortodoncista castellonense asistente a la jornada que, tras ocho años de formación, inició hace un año su andadura en el mercado laboral como trabajadora autónoma.

«Lo peor de todo es la presión, porque hay mucha comisión. Hay sitios en los que si no vendes, no te quieren como trabajadora. Y ahí está el dilema de decir, qué prefiero, dormir tranquila, o mantener mi trabajo. Hay gente que podrá decidir, pero otros compañeros no», lamenta.

Estos profesionales reconocen que «se nota la diferencia cuando es un dentista el propietario de la clínica a cuando quien está detrás es alguien ajeno al sector, porque te valoran mucho más. Tomas tus decisiones en el tratamiento, delegan y te valoran en el tema económico».