El Villarreal se busca en todas partes, pero no se encuentra en ninguna. Los amarillos erran sin rumbo por el terreno del juego en busca de un plan, a expensas de la inspiración y el talento de su rival, incapaces de encontrar su personalidad. Ayer, contra la Roma, su impotencia para saber quién es prácticamente le ha dejado fuera de la Europa League. Los italianos vapulearon a un equipo náufrago, fantasmagórico, que no sabe cuál es su rumbo y su objetivo ahora mismo.

Como ya ha ocurrido en demasiado partidos, las carencias ofensivas y en la zona de creación condenaron al Villarreal. Si el contrincante muestra su incapacidad para aprovecharse de la catatonia del submarino, el equipo de Fran Escribá es incluso de capaz de despertar de su letargo. Pero cuando delante hay un conjunto con un plan de juego claro, en el que además de la calidad de los jugadores, todos saben a qué juegan, la derrota se antoja ineludible para los castellonenses. A esto hay que añadir que, aunque los amarillos apelen al orgullo, si delante aparecen talentos indomables como los de Salah y Dzeko, la penalización se duplica.

Ése fue el caso de anoche ante la Roma de Spalletti. Empezó por hacerse con el control del balón, con Strootman y Nainggolan superando por físico e intensidad a Bruno y Trigueros en la zona de creación. Incrementó la ansiedad amarilla con la irrupción de Emerson Palmieri que, en la izquierda, fue minando la moral de un Mario superado. Así hasta que terminaron por desactivar por completo el ataque local, que esta vez lo formaban Bakambu y Sansone, y desquiciaron a un Musacchio que volvía a la titularidad más de un mes después de su lesión.

Tras una primer cuarto de hora de tanteo, los romanistas dieron un paso adelante y obligaron al Villarreal a recular. Así llegó un primer disparo del caníbal de la Roma, Edin Dzeko, que tras pelear con Trigueros avisó con un disparo lejano en el minuto 20.

En el lado de los locales, con Sansone y Bakambu prácticamente inéditos, el único peligro llegó por la banda izquierda. Una internada de Jaume Costa le permitió descargar el balón sobre Jonathan en el área. Pero el disparo del mexicano se estrelló en un defensa. El rechace acabó con un disparo demasiado alto de Castillejo. Pobre bagaje para un equipo obligado a reivindicarse tras demasiados partidos desdibujado, sin alma.

La Roma, cada vez más asentada, convirtió un despiste defensivo que permitió a Mario rematar solo en el área en el minuto 30, en una rápida contra guiada por el Shaarawy. El italo-egipcio envió un centro medido a la cabeza de Dzeko que, sin marca en el balcón del área pequeña, remató a las manos de Asenjo.

Fue el prólogo al golazo de Emerson. Rudiger, el propio Emerson y El Shaarawy armaron una jugada de toque que Castillejo casi abortó. Pero el interior brasileño le robó el esférico a base de fe. En la frontal del área se inventó un disparo brutal con la derecha que se coló por la escuadra izquierda de Asenjo. Era el minuto 32.

De ahí al final de la primera parte, dominio romanista. Sin casi esfuerzo, ante un contrincante grogui, los de Spalletti adormecieron el juego en busca de que un error les permitiera anotar el segundo. Casi lo hizo de nuevo Emerson, en una jugada personal en el descuento. El brasileño avanzó hasta el área, desde su campo, regateó a Bruno y su disparo obligó a Asenjo a intervenir.

Salah mata el partido

Spalletti tenía un arma secreta en el banquillo. El técnico, cuando más apretaba un Villarreal que había despertado de su hibernación, sacó al campo al egipcio Salah. En el primer balón que tocó, mandó al suelo a Víctor Ruiz y le dejó el esférico a Dzeko en el corazón del área. El bosnio templó, regateó a Musacchio y engañó a Asenjo para anotar el 0-2 en el 65.

Así moría la rebelión de los locales que pusieron contra las cuerdas a la Roma en el primer cuarto de hora de la reanudación. Una jugada personal de Bakambu y un cabezazo al poste de Mario fueron las más claras para un equipo que dejó escapar su momento de inspiración.

Tras el 0-2, el Villarreal se quedó sin argumentos. Aunque Cheryshev aportó profundidad, la Roma esperaba el momento para poner la puntilla. Lo hizo Dzeko cuando recibió un pase largo de Bruno Peres. Su potencia forzó el error de Víctor Ruiz y el bosnio reventó la pelota para superar a Asenjo. Pero aún quería más Dzeko que, en un nuevo error de concentración de la zaga local, aprovechó un pase de Nainggolan para controlar, tirar al suelo a Musacchio, y completar su triplete.

Los diez últimos minutos fueron un suplicio para un Villarreal perdido en la tormenta. Sin alma, un equipo fantasmagórico casi selló su eliminación europea.