Un penalti muy dudoso a favor del Eibar y una pena máxima no pitada por manos de Lejeune desconcentraron a un equipo que, de repente, se vio por debajo en el marcador y fue incapaz de remontar. Segunda derrota consecutiva, que a punto estuvo de convertirse en empate en el arreón final del Villarreal, que obligará a los amarillos a remar hasta el final de la temporada para asegurar una plaza europea,.

Ante el Eibar, se planteó el duelo como uno de ésos que se define como táctico. El de Mendilibar es un conjunto rocoso, que apenas ofrece resquicios para alcanzar su puerta y que confía en el talento de Inui y la pelea de Sergi Enrich para desequilibrar la balanza. Desde el primer minuto, el Villarreal supo que debía usar pico y pala para poder derribar el muro de los guipuzcoanos.

Pronto intentó el equipo amarillo desnivelar la contienda. Escribá apostó por Soldado y Bakambu, su dupla más efectiva, para las tareas ofensivas. El franco-congoleño fue quien generó la primera ocasión con una incursión por la izquierda. Su centro lo remató Castillejo, pero la defensa envió el esférico a la esquina.

Pero, como es habitual, tras el potente arranque local, el Villarreal reculó y el rival comenzó a ganar metros. Los amarillos esperaban su ocasión a la contra, pillar desprevenido a un Eibar que se había hecho con el dominio del esférico. Avisó Sergi Enrich con un cabezazo en el interior del área que detuvo Andrés Fernández, pero los azulgranas no concretaban su control con peligro real.

Entonces es cuando golpeó el submarino. Como es habitual, cuando parecía agazapado ante el empuje del rival, el equipo amarillo golpeó al Eibar con el 1-0. Tras una jugada embarullada, Mario terminó por ejecutar un centro templadito que Soriano remató a gol, tras superar a Capa.

La misión que tocaba afrontar entonces era la preferida del Villarreal. La mejor defensa del campeonato debía salvaguardar un tanto de ventaja. Apretó el conjunto de Mendilibar, pero sin la claridad suficiente como para poner en peligro a Andrés Fernández. Incluso pudo anotar el 2-0 el conjunto local, pero un violento disparo de Soldado desde 25 metros se estrelló en el travesaño.

El duelo se pone del revés

Pero la trama se puso del revés en la segunda mitad. Las decisiones de Ocón Arráiz desquiciaron al Villarreal y, lo peor de todo, facilitaron que el Eibar le diera la vuelta al marcador. Nada más arrancar el segundo acto, Kike García caía en el área sin que nadie le tocara. Pero el árbitro riojano consideró que Álvaro González había derribado al delantero del conjunto armero. Pedro León convertía la pena máxima en el empate.

El desquicio del submarino se convirtió en insoportable cuando Ocón Arráiz, en el minuto 52, se comió unas manos de Lejeune y los amarillos se sumieron en la desesperación cuando Kike García, tras un centro de Arbilla y sin oposición en el primer palo, anotaba el 1-2 en el minuto 55.

El duelo se ensució a partir de ahí y el Villarreal perdió la calma y el equilibrio. Las tanganas y las guerras particulares entorpecieron el intento de remontada de los locales que sacaron al campo de Jonathan y Adrián para intentar refrescar al equipo y tranquilizar las cosas sobre el campo.

En apenas diez minutos, del 57 al 68, Soldado, Bakambu y Adrián acumularon tres ocasiones sin premio. Pero los eibarrenses se mantuvieron fuertes atrás y se impusieron en la guerra psicológica. Supieron caldear el ambiente lo suficiente como para que el Villarreal viera desfilar los minutos sin concretar su dominio.

En ese momento apareció la pillería de Inui para sentenciar la contienda. El japonés se aprovechó de un error de concentración de Jonathan para robar el esférico, encarar a Andrés Fernández y colar el alón en la escuadra derecha de la portería amarilla. Faltaban 13 minutos para el final, pero el Villarreal, no quiso bajar los brazos. Soriano convertía en gol un balón que Jauma Costa había metido en el área, pero que nadie acertó a despejar. Al final los elementos pudieron con un Villarreal que se jugará su futuro en la Liga en los próximos cinco días.