Los hermanos Gallén (Miquel, Maruja y Emilio) regentan el restaurante de Terramilles en el Grau de Castelló desde hace 21 años. Desde 1789 sus antepasados se dedicaron a la pesca. Miquel Gallén, el primogénito, fue el primero de la familia que se apartó del oficio familiar. «Tuve una crisis con mi padre, también se disgustó mi abuelo; como en la novela de Cañas y Barro (de Blasco Ibáñez) me hice un rompeterrones», subraya Miquel.

Su hermano Emilio continuó con la tradición y fue marinero hasta hace apenas un año. Miquel rememora que en 1996 se encadenó contra una orden de cierre de su local porque supuestamente adolecía de licencia de apertura. Destaca que ningún espacio la tenía entonces porque el puerto estaba pendiente de la aprobación de su plan de usos.

Los tres propietarios del Terramilles han sido testigos del declive de la pesca en el Grau. La adaptación del establecimiento hostelero ha sido un ejemplo de ello; empezó como lugar de desayunos y almuerzos para pescadores, y ahora es un sitio de comidas para gente ajena al sector, explica Emilio, que resalta que 20 años atrás había en el distrito marítimo 40 barcas en cada especialidad y en estos momentos solamente unas 15 en cada categoría. Incluso venían embarcaciones de la provincia a pescar sardina, mientras en estos momentos, añade, algunas se van a Xàbia. El Grau congregaba, sostiene, hasta 100 bares que «se llenaban de marineros». Los pescadores, recuerda Miquel, cobraban parte del salario con una «garfa», que era una especie de propina con la que pagaban tras la faena en un bar la bebida y la ensalada, que acompañaban de sardinas y boquerones capturados. Eran tiempos en los que la zona pesquera, reseña, no estaba acotada por un valla y en la que los responsables del Terramilles limpiaban el pescado en el muelle.

Miquel nos muestra una fotografía de los años 90 con un puerto pesquero que acumulaba filas y filas de barcas. El pasado jueves al mediodía sólo estaban atracadas unas pocas en el entorno de la lonja del Grau. Una de éstas arribaba al puerto mientras se realizaba la entrevista para proveer al Terramilles.

¿Por qué ha tenido la pesca una evolución negativa? En opinión de Miquel, la crisis endémica se debe a la falta de estabilidad laboral. «Aquí sólo gana dinero el 40 %; la mayoría de pescadores son en la actualidad de fuera porque los autóctonos consideran insuficiente el salario», subraya Miquel, que también apunta al descontrol existente antaño como otra causa de la decadencia pesquera. «Antes hacían lo que querían, la ley únicamente permite motores de 500 caballos y se trabajaba con de 1.200», apunta el responsable de Terramilles, que indica que ahora hay pescadores que se trasladan a la costa de Alicante al haber insuficientes barcas para encontrar capturas en Castelló. No es cuestión de falta de caladeros, reitera, sino de que salen 10 cuando antes lo hacían 40.

El cierre del Mercat de Sant Pere es una muestra, remarca, de los «signos de los tiempos». «De pequeño había de todo, pero supongo que han hecho efecto las grandes superficies». Un marinero que acompaña en la entrevista a Miquel aboga por transformar este espacio en una alternativa similar al mercado de San Miguel de Madrid. Este emplazamiento, resalta Miguel, podría apostar por la fusión entre turismo y pesca.

Para Gallén, la pesca sigue siendo «el alma del Grau» pero no volverá a recuperar el vigor del pasado. «El puerto era un sumidero donde pasaba todo el mundo aún después de jubilarse», asevera. A su juicio, una de las salidas del barrio pasa por el turismo y, al respecto,considera que puede jugar un papel importante la vinculación de la gastronomía con la simbología del mar.

Lamenta que se derribaran las antiguas casas de pescadores de la avenida Juan Sebastián Elcano para ampliar esta calle. El distrito marítimo de esta manera, critica, carece de un casco histórico que podría servir de recurso turístico.

Uno de los puntos de inflexión en el entorno pesquero fue el derribo de la vall del Moll de Costa y la construcción de la plaza del Mar. «Fue un aspecto clave, ya que esta zona dejó de ser el Bronx del Grau a convertirse en un espacio de ocio». La afluencia turística, agrega Miquel, se concentra entre la plaza del Mar y el paseo Buenavista.