Tengo personalmente dos interrogantes que afectan a dos futbolistas del submarino amarillo. El primero es el estado de salud de Cheryshev y su larga lesión. Los aficionados, como uno mismo, se preguntan si el ruso estará en condiciones de pelear por un puesto en la banda izquierda o a pierna cambiada, qué más dará. El segundo es un chico que atiende por Suárez y es un jugador pequeño pero fastuoso, que además de grandísimo futbolista tiene gol. Como todos los futbolistas con talento necesitan partidos para demostrarlo, el talento digo, y Suárez muchas oportunidades no ha tenido. Son dos melones que hay que abrir para conocer lo que tienen de dulce; la cata, en este caso, es insuficiente. Suárez necesita partidos en el primer equipo para rebelarse y revelarse, Cheryshev también los necesita, para probar y aprobar, de modo que ahí quería yo ver a Escribá.

Me da la intuición de que con un poco de suerte la plantilla será suficiente y suficientemente equilibrada, mientras el gran hallazgo a buscar es una determinada estrategia para resolver los partidos en casa frente a los equipos menos dotados, que salen a correr y deshacer, lo que exige futbolistas con rapidez en corto y buenos en el uno contra uno, porque de lo contrario se cae en la trampa del «Bombeja Agustinet» y ahí el Villarreal está muerto.

Una mirada a la clasificación final, acompañada de otra a los puntos perdidos en casa ante rivales menores, nos ofrece una perspectiva muy interesante. Ganar o incluso no perder en casa frente a cualquiera de los grandes es de lo más gratificante para el aficionado, pero los puntos en disputa valen lo mismo, así si el antagonista es el Logroñés como el Real Madrid. Los partidos contra los grandes son básicamente espectáculo, fiesta mayor, esas citas que al Villarreal lo hacen un poco más grande por el simple hecho de disputar un partido oficial ante un poderoso.

Son esos días en que el llenazo está asegurado, lo que pone al Villarreal en todos los medios de comunicación, lo quieran o no las empresas periodísticas. Son esas citas en el Estadio de la Cerámica que, al terminar, dejan al aficionado con una sonrisa inevitable que durará una semana. En lo tocante a la clasificación, tres más tres son seis, así ante el Barça como frente al Sporting de Gijón y ahí nos duele. Ante los grandes, eso que llaman «motivación» para con los jugadores viene de serie, no son menester charlas en busca del necesario esfuerzo y clarividencia, ni siquiera acudir al conjuro de ese abrazo colectivo inmediatamente antes de que comience un enfrentamiento a cara de perro.

Ante los menores, que indefectiblemente acuden al estadio ceramista a impedir la creación de espacios por parte del submarino, haciendo de la presión el santo y seña, de manera que se llegue una fracción de segundo a cada disputa de la bola, antes o después, ha de ser resuelta antes del partido. Una victoria ante un menor no será jamás un hito en la historia del clube, pero los tres puntos de la victoria valen lo mismo que ante un grande, hay que disponer de un Plan B. y ahí te quiero ver, entrenador y resto del equipo técnico.

Redactada la columna se anuncia el fichaje de un delantero centro de raza, que con solo veinte años de edad marca goles. Es turco y procede del City, el Vila-real ha pagado catorce millones de euros por el él y el club inglés se reserva el derecho de recompra por veinte. El rumor apunta a un central argentino, también joven, que atiende por Martínez y que puede ser amarillo en breve, o no.