El Levante UD firmó ayer en Orriols el quinto empate de la temporada después de nueve jornadas. Por momentos, como ayer, el Levante UD parece jugar con el objetivo de no perder, de no encajar, de sobrevivir al paso de los minutos. A la hora de atacar, de poner en aprietos a la defensa rival y llevar el peso del partido, el campo se pone muy cuesta arriba y la portería contraria se adivina muy lejos. Sólo la magia de Bardhi y los chispazos de Ivi mantienen el pulso ofensivo del equipo valenciano.

Quedó constatado ayer en un partido tan extraño como complicado. Los primeros 45 minutos dejaron una sensación generalizada de incomodidad. Ni siquiera se puede afirmar que el pobre espectáculo ofrecido por los dos equipos se debiese a una batalla táctica. No. La primera parte fue, sencilla y llanamente, mala. De solemnidad.

El Levante UD, romo en ataque, no disparó a puerta en todo el primer acto. Morales, después de la única combinación en la banda izquierda entre Luna e Ivi, falló un remate a bocajarro en el área pequeña al no saber decidir con qué parte del cuerpo remachar el cuero. Fue lo más cerca que estuvo del gol el equipo azulgrana antes del descanso. En ese terreno se movió mejor el Getafe de Bordalás, con tres mediapuntas eléctricos.

Pasada la primera media hora, con la ansiedad a cuestas, con Muñiz en el área técnica pidiendo calma y el runrún instalado en el Ciutat, los visitantes dispusieron de las mejores ocasiones. Una de ellas la tuvo Jorge Molina, capaz de ganar en el cuerpo a cuerpo a Chema y rematar con la zurda, algo forzado, cerca del palo derecho de Raúl. En otra, el colegiado anuló un gol legal a Amath al entender que Portillo, el autor del centro, venía de fuera de juego. Se equivocó De Burgos.

Muñiz no quiso esperar y dio entrada a Bardhi por un Pedro López superado. Róber pasó al lateral y Lerma quedó como único pivote en el centro del campo. Ese movimiento le vino bien al Levante UD y al partido, que empezó a abrirse. Con el calor y el cansancio acumulado, aparecieron los huecos y las alternativas en ataque.

Cuando mejor estaba el Levante UD, Raúl falló al medir su salida en el saque de un córner y Cala remató al palo. El rechace cayó en las botas de Fajr. Su volea, ante una nube de futbolistas, envió el balón la red, pegado al palo derecho. Raúl sólo vio el cuero cuando ya estaba dentro.

Un mazazo psicológico del que se recuperó tres minutos después el Levante UD. Bardhi se sacó de la manga un pase magistral para que Luna centrase al corazón del área. Morales, de primeras, embocó para el empate. Ese chispazo bastó para encender el encuentro. Los de Muñiz, espoleados por su público, dieron un paso al frente.

El Levante UD, con Ivi entonado, lo intentó. Quería pero no podía. Y poco a poco el Getafe fue recuperando el poder sobre el partido. Entre otras cosas, gracias a la descarada pérdida de tiempo impulsada por Bordalás desde el banquillo.

En los últimos minutos, los granotes buscaron a Alegría, muy trabajador, para crear segundas jugadas. Pero, el Getafe se resguardó bien para llevarse un punto.