La Copa tiene bastante de lotería: incuba una tramposa promesa de riqueza que se difumina con la estadística fría. La Copa expide billetes a la fantasía, y la Ponferradina compró anoche uno que le permite soñar hasta la vuelta. La ilusión del pobre se sabe endeble, porque luego suele imponerse la realidad, pero el 1-0 recompensa el trabajo local y debe servir de aviso para los visitantes. En el Toralín, en uno de esos partidos gélidos y extraños que deparan muchas noches entre semana, el Villarreal firmó un desastrito sorprendente y, por lo corto del resultado, remediable en el partido de vuelta

La Ponferradina se ganó el derecho al sueño en la medida que fue capaz de alejarse de la realidad. La evasión mental de los locales fue meritoria, porque la realidad es crudísima en su caso: el equipo de Terrazas es penúltimo en su grupo de Segunda División B. Ayer, pero, apenas tardó unos segundos en decirle en la cara al poderoso Villarreal que quería una noche de mambo. Formó con tres centrales y desde la primera pelota superó al rival en agresividad. Olisqueó los flancos débiles y fue a por ellos. El debutante Ander Cantero titubeó más de la cuenta en la portería. El joven Ramiro Guerra se incomodó ante la presión de la salida, y regaló una serie de faltas fuera de quicio. En una de ellas, tras un par de advertencias, llegó en el minuto 37 el 1-0: Cidoncha enroscó desde lejos una parábola rarísima que no tuvo respuesta por parte de Cantero.

El 1-0 premiaba la esforzada fe de la Ponfe. El Villarreal, sin hacer nada especial, había amasado también sus ocasiones. Míster Calleja fue en su día un futbolista muy zurdo: ayer medio equipo amarillo usaba la izquierda. Tres de ellos marcaron el paso del juego. El más joven, Leo Suárez, dejó las mejores notas, pero también constó su tendencia espumosa. Es un futbolista que no sabe pasar desapercibido, por lo que romperá con estrépito en lo que sea, para bien o para mal y cuando llegue el momento, en algo muy seductor o en algo muy prescindible. Ayer se apropió del primer tiempo retrasando todo lo que fue necesario su punto de partida. Mezcló bien con otro zurdo, Samu Castillejo, que anudó un par de diagonales coronadas con tiros que se marcharon fuera por poco. El tercer zurdo de ataque fue Cheryshev, que necesita pronto un viraje: si Leo parece que viene, Denis parece que no vuelve. Tampoco su suerte: a la hora de juego el portero Dinu sacó con los pies un remate del ruso. Ni lo había visto Dinu, que empezaba a eregirse héroe de los locales.

Los cambios

Ya entonces Calleja había movido el banquillo, dándole cuerda a Rodri, que mostró rápido la diferencia entre promesa y realidad. A su alrededor todo fluyó, ayudado al compás de Fornals, el segundo refresco. No tardó en unirse Dani Raba, otro zurdo de esos que cualquiera compraría por catálogo. Todo aquel que asome por Miralcamp sabe que a Raba le gusta el fútbol a ratos, pero qué ratos. Ayer tocó cara: nada más entrar plantó a Unal frente al portero, pero el turco se enredó y tiró al muñeco.

Con la Ponferradina justa de gasolina, el dominio fue total para los amarillos. A Rodri le birlaron bajo palos el gol en el minuto 79, y Cheryshev lo siguió probando desde la larga, la media y la corta distancia. Su empeño chocó con Dinu, que siguió amargando la velada a él en particular y al Villarreal en general, que deberá remontar en la vuelta.