La Colla de Gegants y Cabuts de Benicarló nació oficialmente en el año 1991 a raíz de la creación de los gigantes Tolo y Mar. A las elevadas figuras se sumó también la creación de 12 cabuts, que aparecieron por primera vez el 24 de agosto de ese 1991. Realmente, podría decirse que fue ese día, para ser precisos, el momento en que se creó la Colla, que actualmente cuanta con 35 integrantes.

Desde la Colla indican que datar el origen de los gigantes resulta complicado ya que es un momento difuso. Hay constancia que antes a la Guerra Civil había una pareja de gigantes y que, posiblemente, eran reyes. Con la contienda, desaparecieron, siendo arrinconados en la antigua cárcel, donde años más tarde se encontraron en muy mal estado. «Con sólo tocarlos, se deshicieron», precisan.

Pero Benicarló no podía ser una ciudad sin sus propios gigantes, así que la fragua de la imaginación y la apuesta de ayuntamiento consiguieron que en 1990, se impulsara la creación de los actuales gigantes: Tolo y Mar.

Los encargados de llevar la obra a buen término fueron los profesores y alumnos de la Escuela de Oficios Falleros. Fueron los primeros pasos para la formación, nuevamente, de la familia gegantera de la localidad. Dos gigantes y doce acompañantes inseparables que estuvieron listos al año de su primer boceto. El 24 de agosto de 1991, acompañados de muchas collas de poblaciones contradicción como la Sènia, Mora la Nova, Morella, y otras como Vinaròs, Segorbe o Vila-real, y destacando la presencia de los gigantes de Xarxa Teatre, el Gran Pampolfigol y la margallonera, los que fueron padrinos de Tolo y Mar.

En 1992 el escritor Ángel Rodríguez de Mier creó la leyenda de los Gigantes de Benicarló, que fue representada a cargo de la escuela de teatro l´Escenari. Este folclore ya forma parte intrínseca de Benicarló.

En mayo del 1996, y a colación de la festividad de Sant Gregori, uno de los co-patrones de Benicarló, se bautizó a Gori, el gigante de mochila y grandes y flexibles manos, que 20 años después aún es aclamado en cada salida por los seguidores más pequeños. El llamado hijo de Tolo y Mar fue construido por Daniel Ballester y Juan Miguel Beltran con la colaboración de los miembros del grupo.

Un nuevo punto de inflexión se vivió en el año 2009, con un nuevo proyecto en marcha que llenó de ilusión al grupo: la creación de una pareja de gigantes nueva. Tras muchas propuestas se quiso homenajear a los primeros pobladores del término de Benicarló, los íberos. Y que mejor que darles los nombres de los dos poblados que hay en Benicarló, para el gigante sería Puig (por el poblado del Puig de la Nau) y Tossa (por el poblado que hay en la partida de la Tossa).

La Colla llegó a los 25 años y dentro de las actividades del aniversario se creó la «Colecta Gigante» para recoger alimentos. Sin dejar los cumpleaños, en 2016 fue el año de Gori, que celebró 20 años rodeado de otros gigantes manotes durante la celebración de la XXVI Encuentro de Gigantes y Cabezudos, una fecha la cual fue elegida para estrenar la nueva vestimenta del gigantón.

A finales del 2016 también es el año en el que la Colla de Gigantes y Cabezudos de Benicarló entra a formar parte de la Federación Valenciana de Gigantes y Cabezudos.

En la actualidad el grupo cuenta con unos 35 miembros con muchas ganas e ilusión que, como ellos mismos cuentan, «seguiremos llevando los gigantes caduferos por el mundo geganter». El grupo se marca tres objetivos. El primero de ellos es el aumento de su masa social, ya que disponen de 25 cabezudos, 4 gigantes y 2 gegantons: un total de 31 figuras. «Esto hace que actualmente no haya suficiente gente a la entidad para poder sacar todas las figuras en la calle». El segundo supone la adaptación del local para asegurar la conservación óptima de las figuras que custodiamos. Por otro lado, aseguran, «tenemos un proyecto de gran envergadura para la asociación que ayudaría a acercar a más personas la posibilidad de llevar gigantes, este es la reconstrucción de los gigantes íberos Tossa y Puig».

Desde el nacimiento de estos gigantes han tenido un problema de peso que dificultaba encontrar personas dispuestos a llevar los gigantes. Además, la acumulación de accidentes en partes importantes del cuerpo hacen que se plantee seriamente la posibilidad de realizar una restauración de los gigantes, pero tras consultar con expertos no hay garantías de que una restauración sea efectiva y pueda solucionar los problemas.