En el primer acto de una particular pelea por quién de los dos, Kepa o Trigueros, se llevaría el gato al agua; el portero de los de casa alcanzó a dejar al futbolista de Talavera de la Reina con un palmo de narices: el excelente futbolista que es el mediocampista del Villarreal ejecutó el penal a la derecha del portero, justo lo que había intuido el joven portero internacional bilbaíno, que atajó la bola antes que esta traspasara del todo la raya que separa el terreno de juego del fondo de la jaula.

Es imposible, por formidable que sea la imaginación del espectador, lo que puede estar pasando por el cerebro y el ánimo del ejecutor del penal frustrado, cuando la falta máxima ha devaluado la situación del cero al infinito.

Porque el partido tenía tela. con los leones desmelenados porque sí y porque necesitaban la victoria como el comer, haberla metido hubiera significado ponerse por delante en el marcador, los locales tocados al ir por detrás en el marcador pero nada de eso ocurrió, porque el penalti lo tiró Trigueros y marró.

Sin ventaja en el marcador y con la carga del error, alentando al rival y disminuyendo la moral de los forasteros, el riesgo y el compromiso de Trigueros entablaron una pelea a sangre y fuego, o se desmoronaba para todo lo que restaba de partido o hacía de tripas corazón y se juraba devolvérsela a Kepa, de modo que el ansia de revancha estaba servido. Antes que diluirse Trigueros decidió crecer como futbolista y como ser humano, quedando para la busca de la ocasión , que llegó. Fue a servicio de Mario Gaspar subida la banda derecha y en lugar de rifarla sobre el área la metió en diagonal en los umbrales del área grande.

Trigueros que quedaba sobre la izquierda apretó los dientes se fue como una exhalación al encuentro del cuero que llegada pegado al piso y desde fuera del área tal como llegaba el regalo armó la pierna metió el empeine y el balón a toda velocidad se metió junto al palo pero por dentro. La venganza Trigueros había culminado. Cinco segundos después los jugadores del Vila-real eran una montonera, felicitando al compañero que muy lejos del desánimo había decidido transformarlo en todo lo contrario.

El gol que no fue en el penalti, llegó gracias a la fe, la calidad y la determinación. El portero Kepa y el lanzador Trigueros habían firmado la paz. La parroquia de San Mamés enmudeció, cuando podía esperarse la ovación por la belleza y la emoción de la jugada. Después vino todo lo demás, pero todo lo demás fue el paso de los minuto, el dominio de la bola por los forasteros y el cabezazo de jovencito del Athletic para dejar el empate que no satisfizo a nadie. Me queda una duda y la duda tiene que ver con si el Villarreal es consciente de que esta liga puede ser su mejor liga a condición de creer y crecer.

A partir de ahora las cosas volverán sobre sí mismas, quiere decirse más fútbol, más competición, nuevas metas y Europa esperando si de verdad el Villarreal merecer alcanzar el primer puesto en la liguilla que da derecho a seguir en la Europa League y de lo que ella le tenga reservado a este equipo de pueblo que está en condiciones de plantarle cara al lucero del alba. Llega el partido frente al Astana que en lo doméstico ha ganado la Liga y la Copa, lo que habla clarito de lo que puede dar.

Me gusta mucho el entrenador Javi Calleja, y me gusta mucho también el equipo. Solo queda, para redondear, que se gusten ellos.