Begoña Carrasco es una pirómana. No sé si algún día se dará cuenta de la política incendiaria por la que ha apostado. Queda poco más de un año para las elecciones municipales y el PP siente en el cogote el aliento de Ciudadanos, su alter ego en la derecha, por lo que tiene que hacer bandera de algo. Le importa un pimiento calentar a la ciudadanía con cuestiones que sabe que, en el actual contexto catalán, pican.

Tenían que haberla visto ayer en el pleno, sacando de sus casillas a la alcaldesa, Amparo Marco, a la hora de relatar un interminable ruego sobre la política municipal respecto al valenciano. Lo hizo bien, con una sonrisa, mascando sus palabras, satisfecha de ese minuto de gloria conseguido en los informativos de ámbito nacional, en portadas en Madrid denunciando una campaña de promoción de la lengua autóctona entre los recién nacidos que no es nueva, que llevan desarrollando numerosos ayuntamientos desde hace años, PP incluido.

Pero a Carrasco le da igual trasladar esa imagen de la ciudad por todo el país. Ahora que mola envolverse en banderas, inventarse himnos y encarcelar la libertad de expresión, qué mejor que dar la imagen de que en la capital de la Plana se está lobotomizando a los castellanoparlantes.

Mis apellidos no engañan, Regalado Oncina, de padre cacereño y madre soriana. No soy de ´familia de soca´, de la de ´Castelló de tota la vida´. Opté en su día por que mis hijas estudien en valenciano, sin imposiciones, por interés por la cultura y la tierra en la que nací. Las canciones de Lluís Llach y Serrat acompañaron mi infancia gracias a mis padres ´charnegos´. Y no hubo cartas ni recomendaciones de nadie para hacerlo.

Pero parece que Begoña Carrasco siente ´vergonya´ de defender la lengua de su tierra, los intentos de las administraciones de promocionar el uso del valenciano. Y claro, con el conflicto de Cataluña en el fondo, queda perfecto hablar mal en la capital del país de tu propio ajuntament. En Madrid se tiraban los pelos ayer con el famoso ´kit´ que se entrega a los recién nacidos, en el que se acompaña una carta, en este caso del Ayuntamiento de Castelló, donde se recomienda a las familias que se hable valenciano, se invita a poner a sus hijos nombres valencianos e

incluso se propone adaptar las grafías de los apellidos. Lo que no les contó la portavoz popular es que esa campaña la realizan sus compañeros de partido en las vecina Benicàssim y Moncofa, pero eso no vende. Queda mejor dar la imagen de opresión valenciana en la capital de la Plana.

Mira tú por donde que, encima, nos enteramos de que hace nada menos que 14 años el Ayuntamiento de Borriana, con el alcalde del PP José Ramón Calpe a la cabeza, promovió la misma campaña entre sus vecinos, que además mantuvo hasta 2011. Pero oye, qué más da echar leña al fuego y cabrear a media España y a media ciudad si consigue ensuciar la gestión de PSPV y Compromís y encima sacarle la delantera a Ciudadanos en esa batalla por el voto conservador.

«Que con dinero público el nacionalismo de Compromís/Psoe "anime" a los padres a cambiar apellidos y hablar solo una lengua...tremendo». Así, sin contemplaciones, se expresaba ayer el presidente provincial del Partido Popular, Miguel Barrachina, en las redes sociales al hablar de la carta que remite a los padres primerizos el Ayuntamiento de Castelló. Claro, sería sin querer que se olvidó decir que su alcaldesa en Benicàssim, Susana Marqués, hace lo mismo. ¿También ella paga con dinero público el cambio de apellidos? Es Marqués una ´contraespía´ con barretina? Me da la risa.

«Hoy, por desgracia, nuestro Ayuntamiento de actualidad nacional por su filosofía de ´pensamiento único´ y por ´sugerir´ a los padres y madres de niños recién nacidos que ´valencianicen´ sus apellidos.(Esta es una más, después del cambio de nombre de las calles,de querer cambiarle el nombre a la ciudad...)Nosotros defendemos el valenciano, pero por elección, no por imposición!». Begoña Carrasco en estado puro. Yo me pregunto, en serio, si esto no es generar odio por el mero hecho de sumar una papeleta más en las urnas.

¿Y los alcaldes de Moncofa y Benicàssim? No pasa nada, ayer mismo ya anunciaron que van a eliminar la carta, como si lo que pasaba hace 24 horas no hubiese existido desde mañana. Esto es lo mismo que cuando se habla del condenado Carlos Fabra o del inimitable Francisco Camps, Granados...: «Ya no son del PP, a mí que me dice», dicen los altos dirigentes populares. Manda huevos, como dijo aquél.

La carta en cuestión no deja de ser una anécdota, ¿o alguien puede pensar en cambiarse el apellido por ella? Queda un año de mandato y la batalla no ha hecho más que empezar. Y como diría el gran Forges, lo que está por venir es «impreviséibol».